El tiempo pasa y cada día nos hundimos más en el fango. El
número de desempleados sigue creciendo de manera exponencial, las empresas
siguen recortando plantillas en porcentajes absolutamente increíbles, cuando no
cerrando sus actividades, por la caída del consumo y provocando más la caída de
éste, los impagos de hipotecas y desahucios crecen cada día más y encima las
ayudas del Estado se menguan o desaparecen. Todo esto a pesar de desmantelar el
Estado del Bienestar y los derechos de los trabajadores en aras de la
recuperación económica. Y, es más, lo peor de todo ello es que aun no hemos
tocado fondo, y no tenemos la menor idea de cuando saldremos de ésta. Son 5
años ya de crisis económica, demasiado sufrimiento, demasiado para la mayoría.
¿Y que hacen nuestros gobernantes para que esto cambie?. Pues políticas
totalmente contrarias a lo que se debería de hacer. Esto se refleja en una
última encuesta que nos revela que ya nos preocupa tanto la crisis económica
como que no se está haciendo nada para salir de ella.
Los economistas de corriente neoconservadora y sus políticos
afines se olvidaron, durante los años 80 y 90,
de lo aprendido con la Gran Depresión de los años 30, se quitaron todos
los sistemas regulatorios del sistema financiero y de los mercados, y eso es lo
que nos ha llevado a lo que tenemos. Y se siguen olvidando de cómo se solucionó
esa crisis. Señores, la Gran Depresión se solucionó básicamente a través del
incremento del Gasto Público, como motor de arranque de la economía. Y no con
recorte del mismo, que es lo que están haciendo. Que duda cabe de que si nos
olvidamos de la Historia, aunque sea económica, se acaba repitiendo.
“…la cuestión
fundamental de lo que ahora necesitamos para salir de la depresión actual es
otro arranque del gasto gubernamental.”
Paul Krugman (Premio nobel de Economía 2008)
“El auge, y no en la
depresión, es la hora de la austeridad”
John Maynard Keynes. (1883-1946). Economista Británico. Teorizó
y llevo a la práctica con éxito la lucha contra la Gran Depresión de los 30.
Visto así la solución a la crisis es fácil.
Se está concibiendo la crisis actual como la de una familia que estuviera muy
endeudada. Así recetan austeridad para salir de ella. Pero este es un grave error,
son dos mundos diferentes, uno no es escala del otro. El Estado tiene una mayor
capacidad de endeudamiento, debido a que tiene mayor capacidad de generar
ingresos presentes y futuros de múltiples maneras. Las familias como no busquen
otros o más trabajos seguirán teniendo los mimos ingresos, siempre que se los
recorten, frente al endeudamiento que tengan contraído.
Nuestra crisis no es de ese tipo. Nuestros ingresos, los de
los estados, son pequeños porque estamos gastando muy poco. Si seguimos
recortando los gastos conseguiremos deprimir cada vez más nuestra
economía.
El Sr. Krugman establece que hoy en día existe un problema
de exceso de ahorro mundial. El ahorro proviene del sector privado que
reacciona a la crisis ahorrando más e invirtiendo menos. Si no se hubiera ahorrado
tanto y se invirtiera más no tendríamos los problemas económicos que hoy
tenemos, ni la economía estaría en depresión, ni los gobiernos tendrían los
déficits actuales.
A finales del 2009 fue cuando vino el gran problema. Se
implantó en todo el mundo las políticas de recorte y ajuste del déficit y
fueron apartadas las de estímulo económico y contra el desempleo. Que ya
estaban dando sus frutos en algunos países, los llamados “brotes verdes”, en
tan solo 1 año y pico de funcionamiento.
La doctrina dominante neocon, establece en ese momento, lo
que se llama la “austeridad expansiva” y los que lo siguen “austeríacos”, es
decir, a través de los recortes generaremos una confianza tal que generará
expansión económica. Cortando de cuajo toda posibilidad de crecimiento y por lo
tanto de salir de la crisis.
Esa teoría de que la confianza generará crecimiento
económico es totalmente nefasta, porque no tiene en cuenta el efecto negativo o
contraprestación que tiene la austeridad , el incremento del desempleo, caida
del consumo, etc.. .Si bien los recortes y el ajuste fiscal reducen en cierta
manera el endeudamiento, también reducen de forma visceral los futuros
ingresos. Ya que provoca una desaceleración y enfriamiento económico. Y es que
no hay nada que funcione sin combustible. Gastemos ahora y podremos pagar más
adelante.
Esa es la filosofía que nos manda y nos dirige, la de los
austeríacos. Esta filosofía esgrime que la crisis viene derivada de los
déficits públicos en los que han incurrido los países. Totalmente incierto.
Países como España tenían superávit presupuestario justamente antes de la
crisis y una deuda a la baja. La deuda se disparó sólo cuando llegó la crisis.
Por eso es totalmente inútil atacar la crisis económica mediante recetas de
austeridad y recorte. A esto le llama el Sr.Krugman “El Gran Engaño Europeo”.
Por estar en la Unión Europea y la moneda única, tenemos
enormes beneficios, pero también tenemos una serie de perjuicios, en lo que a
solucionar la crisis se refiere. En primer lugar no podemos devaluar nuestra
moneda, lo que nos haría instantáneamente más competitivos sin necesidad de
reducir sueldos. Y en segundo lugar, para asuntos de deuda pública no tenemos
unión ninguna, es decir, emitimos deuda pública de manera individual y así nos
consideran los inversores. No hay una unión económica real. Porque si fuera así
todos los países de la Unión nos financiaríamos a través de los eurobonos, que
serían los mismos para todos los países de la unión, como la moneda. Y no
tendríamos los problemas de financiación a los que nos enfrentamos los países
periféricos y más afectados por la crisis. Todos los países lograríamos
financiación a través de los Eurobonos que serían gestionados por el Banco
Central Europeo, blindándonos así frente a especuladores. Y se nos consideraría
a todos los países en conjunto y no individualmente.
Una de las defensas que hacen los austeríacos de sus tesis es
que no nos podemos endeudar más y hay que recortar porque no hay dinero. Bien
pues esta es una manera de obtenerlo y a muy buen precio. Financiándonos por el
BCE a través de los eurobonos ¿Por qué no se aplica esta fórmula tan beneficiosa para atajar la crisis? Por el
simple hecho de que principalmente la señora Merckel no quiere. Nos quiere para
vendernos sus productos pero no para ayudarnos a comprárselos. Bien pues
Alemania ya se está viendo también afectada en sus ventas.
Si la Unión fuera real, y no la que tenemos, no estaríamos
tan mal tanto la deuda privada como la pública europea es inferior a la de los
EEUU. Tendríamos un balance por cuenta corriente totalmente equilibrado. Es
decir, la Unión Europea tendría una autosuficiencia económica y financiera
total. Y esa era una de las filosofías de las tesis europeas, que la unión hace
la fuerza.
Por lo que, los países, luchan contra la falta de liquidez
mediante emisión de bonos de cada país, a tipos desorbitados, y sirven, en
muchos casos, para pagar los que van venciendo.
Otra fórmula más, que no podemos aplicar por estar en la UE,
es la que se aplica en otros países que tienen autonomía de política económica,
que cosiste en comprar bonos de su propio país por parte del Banco Central de
ese país, es decir, imprimiendo más dinero. Y digo que no lo podemos aplicar
porque el BCE también se niega a ello, es decir, se niega a comprar los bonos
de los diferentes países de la Unión.
Por lo que el problema también subyace del hecho de que el
Euro y la Unión Europea y Monetaria, tal y como está conformada, no es real, es
una auténtica chapuza que nos está perjudicando bastante. Y me atrevo a decir
que está formulada de esa manera para que siempre salga beneficiada Alemania.
Habría que reformar legislaciones y mecanismos dando un
pequeño giro de timón que permitiera al BCE comprar bonos de países europeos.
Esto los blindaría de especuladores y de pánicos del mercado. Dotándolo de
liquidez y margen de maniobra a los mismos, para poder atajar la crisis
aplicando políticas de estímulo de la economía.
Es más, todo este tipo de medidas yo las consideraría de
estímulo de la economía. Dado que el hecho de que muchos países no estuviesen
ahogados financieramente ayudaría a que se realizasen políticas de estimulo e
inversión pública que sirviera de mecha para iniciar la recuperación. Esto ya
se hizo en los años 30 y 40, lo teorizó y lo aplicó un señor llamado John
Mayard Keynes. Del que tantas cosas hemos olvidado en estos tiempos y así nos
va.
Han sido sordos y ciegos. La historia económica nos
determina que en épocas de crisis y alto desempleo, lo último que hay que hacer
es reducir la inversión pública sino todo lo contrario. Y se ve en nuestra
actualidad, andamos inmersos en un pozo del que no sólo no hay esperanzas de
salir sino que lo más probable es que nos hundamos aún más.
Lo repito por enésima vez la Gran Depresión se atajó con un
torrente de gasto público.
Hasta desde el mismo FMI trabajos recientes demuestran que
toda política de austeridad conlleva contracción económica y aumento del
desempleo.
No nos olvidemos, que no nos engañen, que la crisis de deuda
es consecuencia de la crisis financiera y no al revés.
“Lo de antes no era un sueño. Esto si es una pesadilla, que terminará por la mañana.
Porque los recursos de la Naturaleza y los mecanismos del hombre siguen siendo
tan fértiles y productivos como lo eran antes. La velocidad a la que nos
dirigimos a solventar los problemas materiales de la vida no es ahora más
lenta. Somos tan capaces como antes de ofrecer a todo el mundo un nivel de vida
alto -alto, quiero decir, si lo comparamos por ejemplo con hace veinte años- y
pronto podremos ofrecer un nivel aún más elevado. Antes no vivíamos engañados.
Pero hoy estamos metidos en un lío de proporciones colosales, porque hemos
controlado mal una maquinaria delicada, cuyo funcionamiento desconocemos. En
consecuencia, nuestras posibilidades de riqueza podrían echarse a perder por un
tiempo, quizá muy largo”.
John Mayard Keynes “La gran recesión de 1930”.
http://www.cincodias.com/articulo/mercados/soluciones-salir-atolladero-europeo/20121106cdscdsmer_9/
http://elpais.com/elpais/2012/11/27/opinion/1354017582_675331.html
http://elpais.com/elpais/2012/11/27/opinion/1354017582_675331.html
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