martes, 30 de junio de 2009

Trabajo y Desarrollo Tecnológico

Un problema importante de las sociedades de todos los tiempos ha sido, es y será el desempleo. Siempre es expuesto en las encuestas como el problema de más importancia establecido por la población. Y hoy, sin duda alguna, sigue estando de moda.

El desempleo es un mal endémico en épocas de crisis, pero también existe y devora en épocas de bonanza económica. El que exista desempleo en épocas de crisis es un asunto entendible hasta para el más profano en la materia, pero ¿por qué nos encontramos también con fuertes tasas de desempleo en épocas de crecimiento económico?. La respuesta a esa pregunta y las consecuencias de ella me gustaría establecerlas, bajo mi modesto entender, en este pequeño artículo.

Debemos tener constancia, cuando manejamos las cifras de desempleo, que no nos podemos quedar ahí en eso solamente, en cifras. Cifras que aunque consideramos que son perjudiciales para la economía en su conjunto y sabemos que es un indicador del nivel de prosperidad de ese país o esa economía, debemos considerar y entender el desempleo como una tragedia tanto para el trabajador y su familia, como para la sociedad en su conjunto. Sólo entendiéndolo así podrá usted, querido lector, comprender lo que con mi relato le describo y propongo. Soy una persona que, si me doy cuenta, me gusta ponerme el parche antes de que salga la herida. Por eso, aunque algunos dirán después de leer mi exposición que soy una persona tremendista y apocalíptica, a ellos me gustaría decirles que ojalá fuera así y me estuviera equivocando.

En nuestros días vivimos una época de fuerte destrucción del empleo, debido a la crisis económica mundial, fuertemente agravada en nuestro país por el modelo productivo hasta ahora existente, basado en el sector de la construcción y el sector servicios, en años anteriores nos dieron una bonanza económica espectacular, que unos se apuntaron como un tanto, pero como se ha demostrado tan sólo era un globo a punto de explotar. Me gustaría apuntar que existen otros factores atemporales, es decir, que vienen existiendo desde hace mucho tiempo y se desarrollan tanto en épocas de bonanza como en épocas de crisis. Factores estos que hacen que exista desempleo en ambas épocas. Factores, de tipo estructural, provocados por los avances tecnológicos.

Si nos fijamos en el presente y miramos hacia el futuro, nos encontramos con que es desesperanzador para el empleo. En el pasado las revoluciones y avances tecnológicos han obligado a los trabajadores a ir pasando de un sector a otro conforme su trabajo era ya realizado por máquinas. Han pasado del sector primario al secundario, y de éste al terciario de una manera gradual y cronológica, según el desarrollo tecnológico y coyuntura económica de la época. Pero en el presente, gracias a las fortísimas inversiones que se realizan en I+D, con el objetivo de ser más competitivos, aumentar la productividad y así los beneficios, nos vamos encontrando con que, aunque las coyunturas económicas favorecían a la creación de empleo, éste no lo hace en los niveles previstos, y épocas de recesión crece el desempleo de forma desaforada. ¿Por qué?, a mi modesto entender y el de otros muchos economistas, existe un factor que es el Desempleo Tecnológico. Quedando definido como el desempleo provocado por los avances tecnológicos que hacen que llegue un momento en el cual el trabajador no es absorbido por otro sector debido a que éste también se encentra en una fase de avance tecnológico. El problema radica, pues, en que aunque con todo avance tecnológico se destruyen empleos, también se crean nuevos (informáticos, operarios etc.) pero ese número que se crea es inferior al que se destruye o al que se traslada a otro sector.

Los avances tecnológicos que se han desarrollado durante la segunda mitad del siglo XX han hecho que la máquina sustituya al hombre como mano de obra. Muchos me dirán que es normal y ley de vida, pero yo les recomiendo que miren más allá del problema y no se queden ahí, y piensen en el futuro y en futuros avances tecnológicos aun hoy día inimaginables. La preocupación del trabajador debe ser mayúscula cuando se tiene en cuenta que el 75% de la masa laboral realiza tareas repetitivas, las cuales son muy susceptibles de ser realizadas por máquinas y robots. Debo recordar que existen muchas maneras de destruir empleo pero muy pocas de crearlo. Y además, si cabe, la “International Metalworker Federation” de Ginebra prevee que en 30 años tan sólo un 2% de la fuerza laboral será necesaria para producir la demanda total.

Por lo que, para el futuro no se nos presenta una realidad que nos tranquilice. Y es que la cadena del flujo laboral desde el sector primario al terciario pasando por el secundario está colapsada y agotada. Debido a que se están destruyendo puestos de trabajo en sectores que luego no son absorbidos por otros sectores. En el pasado cuando en la segunda mitad del siglo XIX la agricultura se modernizo, se introdujo el tractor, las recolectoras etc… se produjo un flujo de mano de obra sobrante hacia el sector secundario, que absorbió a esos trabajadores en sus fabricas. Éstas a su vez también estaban siendo sometidas a avances tecnológicos que provocaban un flujo migratorio hacia, esta vez, el sector terciario. Pero esa cadena se ha roto en cada uno de los nexos de unión de un sector con otro, debido a los grandes avances tecnológicos llevados a cabo en la biotecnología, en la robótica y en la informática.

El sector primario está afectado por el desarrollo producido en ambas ciencias, llegándose a producir en probetas de laboratorio no sólo sabores sino que también productos agrícolas con las mismas propiedades que el natural gracias a la tecnología de tejidos. Éste, aunque extremo, es un ejemplo de lo que nos viene. Hoy en día es loable imaginar, y no sólo imaginar sino que es posible desarrollar e implantar una explotación agrícola que no necesite a ningún trabajador, tan sólo al empresario-agricultor al frente de un ordenador, esto iría a más con la desaparición de las explotaciones producido por el desarrollo de la ingeniería genética y el cultivo de tejidos celulares, que hacen que se desarrollen alimentos en el laboratorio. Pongo estos ejemplos porque parece que el trabajo en el campo es un empleo eterno y que siempre existirá.

El sector industrial, igualmente, se encuentra en proceso de revolución tecnológica por procesos de reingeniería y creación de entornos altamente automatizados. Efectos que también se han producido en el sector servicios debido a los avances informáticos. En sectores como la banca y los seguros, se está trasladando la prestación del servicio cada vez más máquinas, como cajeros automáticos, o a internet. Amigos míos, maestros, me llaman exagerado, cuando les pongo el ejemplo de que los avances tecnológicos también pueden atacar a su trabajo, dicen que a ellos eso no les va a pasar. Señores, les parece improbable que los niños reciban clases, que se le aclaren sus dudas y que hagan exámenes por internet, pues a mí no. Sólo se trata de perfeccionarlo y aplicarlo. ¿Cuantos niños podría tener un solo profesor, que desde su casa realice su trabajo? Me atrevería decir que miles. A treinta alumnos de media por profesor que hay hoy en día, ¿cuántos puestos de trabajo hemos aniquilado?. Yo creo que es un asunto muy serio y a tener en cuenta, y todos, trabajemos en lo que trabajemos estamos afectados por ello. Aunque en el tema de los maestros, hoy en día les salvaría el que, desgraciadamente, la sociedad los requiere para el cuidado de los niños y no para su educación y formación; pero éste es otro tema.

Todos los avances tecnológicos se implantan buscando un aumento de los beneficios, que provoca la disminución de los costes de mano de obra y el aumento de la productividad. En la gran mayoría de los casos también provoca un aumento de la remuneraciones de los directivos, pero, y me atrevo a preguntar, si las reestructuraciones laborales también afectaran a las altas áreas directivas ¿se llevarían a cabo los avances tecnológicos?, yo diría que no.

De lo que no cabe duda es que cada vez más se puede producir mayor cantidad de bienes y servicios empleando menor cantidad de mano de obra, por la introducción de tecnología cada vez más sofisticada. Y ello repercute en el aumento de la productividad y el incremento de los beneficios. Pero estos beneficios no se reparten, el trabajador sigue ganando lo mismo o menos, pero los accionistas reciben mayores dividendos y los sueldos de los directivos se agrandan.

La teoría tradicional económica dice que la disminución de los costes provoca un aumento de la productividad, que hace que ofertemos productos más baratos; y al aumentar las ventas aumenten el número de puestos de trabajo. Pero las consecuencias han sido otras: aumento del desempleo y bajada del poder adquisitivo de los consumidores, debido a que en su inmensa mayoría son trabajadores. Y ello, señores, es la ecuación básica de una Depresión Mundial. Lo más gracioso es que en épocas de crisis nos solicitan que aumentemos el consumo por el bien de la economía, es decir, los mismos que llevan al trabajador al paro, le piden que compre sus productos por el bien del sistema. En el siglo XX se ha llevado un cambio radical de la mentalización de la ciudadanía pasando de la economía del ahorro a la economía del consumo.

El hecho de que existen cada vez más avances tecnológicos que están acabando con puestos de trabajo, es totalmente conocido y asumido por todos. No sólo en las fabricas, sino también en las oficinas, en las tiendas detallistas, en las explotaciones agrícolas y ganaderas, etc. Ejemplos de ello lo vemos en las gasolineras que un solo trabajador lleva adelante todo el trabajo de una estación de servicio, siendo el sector petrolífero uno de los más ricos del mundo, cuando antes había un trabajador por surtidor. Otro ejemplo sería en los supermercados cuando apliquen los chips a los alimentos y tú llenes el carro, pasaras por caja y pagaras con la tarjeta a una máquina. También podríamos destacar que hasta las empresas municipales de limpieza están siendo afectadas por el desarrollo tecnológico; antes en el camión de la basura iban tres personas (conductor y dos más atrás), ahora va sólo el conductor que un sistema de enganche automático logra recoger el cubo de basura; antes las calles las limpiaban barrenderos y cada uno barría un trozo de la calle, ahora va un señor con una máquina que sopla aire, provocando una gran polvareda, y mediante el chorro de aire va agrupando la porquería en el centro de la calle, para que otro empleado en un cochecito escoba vaya barriendo, mediante escobillas giratorias, lo que el anterior le ha ido amontonando. Les puedo asegurar que las calles de mi ciudad nunca han estado más sucias que desde que se ha implantado esos avances tecnológicos. Sin darnos cuenta, en estos ejemplos cotidianos que se nos pasan desapercibidos, se han destruido una gran cantidad de puestos de trabajo. Y además el consumidor ha perdido en la calidad del servicio que recibe. Aunque con otros avances se ha aumentado la calidad del servicio o el producto y se ha abaratado su precio. Ahí está el cebo.

Todo esto lo asumimos de una manera pasiva e impasible. Y debemos recordar que, para incrementar los beneficios de las empresas, se están sacrificando las necesidades de mano de obra, sin una contraprestación para el trabajador mayor que el despido. Produciendo un desempleo tecnológico que se eterniza en el tiempo, porque esa mano de obra sobrante no es absorbida en otras actividades. Pero nos lo venden diciéndonos que de no ser así ya ningún negocio sería rentable, estableciendo el desempleo tecnológico como un mal menor para que el resto podamos seguir trabajando.

Las consecuencias inmediatas del desempleo serían las de una situación social totalmente insostenible por dos razones: la primera, porque no existiría una masa monetaria suficiente en la sociedad mayoritaria como para poder consumir los productos fabricados, los trabajadores pierden en poder adquisitivo, ello conllevaría un bucle de crisis económicas; y segunda, los desordenes sociales serían como una bomba de relojería, ya en nuestros días se puede observar como las zonas de mayor índice de paro son las que mayor nivel de delincuencia e inseguridad ciudadana tienen. Pensemos que si el desastre podría ser enorme en los países desarrollados, ¿qué no ocurrirá en los subdesarrollados?. Recordemos que las revoluciones sociales siempre han sido originadas por el hambre y la falta de recursos en la sociedad.

Así, que debemos reflexionar seriamente todos individualmente y en conjunto, para encontrar una solución. Y lo debemos hacer hoy que aún estamos a tiempo, porque mañana puede ser demasiado tarde. En reflexión me atrevo a plantear que la solución a tan gran problema podría pasar por tres puntos: redistribución de las ganancias empresariales de una manera profunda y real, para que los beneficios económicos de las empresas, provocados por lo avances tecnológicos, se repartan también entre los privilegiados con un puesto de trabajo y los no privilegiados a través de prestaciones; sistema de previsión social fuerte y estable que dote a los desempleados de una estabilidad económica que ayude al consumo y a la paz social; y por último, establecer un "no" al avance tecnológico desmesurado, debe existir un compromiso real por parte de la globalidad empresarial de no realizar más avances tecnológicos buscando el beneficio a corto plazo, provocando gran destrucción del empleo. No siendo aplicable a los avances que no representaran pérdidas significativas de puestos de trabajo. O que, por lo menos, pongamos un límite, aunque no sea próximo. La solución, al igual que el problema, está en nuestras manos. Debemos actuar hoy mejor que mañana; porque el libre mercado tiene un gran inconveniente, y es que nos hace dependiente de él y de las formas que adopte. Es decir, cuando se llegue a unos niveles tan altos de desarrollo tecnológico y la economía dependa de él, será imposible dar marcha atrás y cambiarlo todo. Como es imposible hacerlo ahora con el nivel tecnológico que poseemos, ello repercutiría en que muchas empresas no fueran rentables.

En nuestra mano está que nos avoquemos a un mundo de desordenes sociales, revueltas e inseguridad ciudadana, o, por el contrario, vayamos hacia un mundo en el que gracias a los avances el trabajador no pierda poder estabilidad económica y aumente en ocio y calidad de vida. Quiero remarcar, que soy una persona que no está en contra de los avances tecnológicos, sino todo lo contrario. Estoy de acuerdo con muchos y soy usuario de otros tantos, pero aquí deseo expresar que todo tiene sus consecuencias, sobre todo en un futuro, con niveles mucho más altos de desarrollo tecnológico. Sin olvidar que muchos de los avances existentes son prescindibles, aunque otros muchos son muy necesarios. Creo en el I+D, en las ventajas comparativas que produce y en lo necesario que es para el desarrollo de las economías, pero aquí lo que yo pretendo remarcar, repito, es el futuro. Puedo parecer exagerado y hasta algo apocalíptico en mi exposición, ante eso sólo puedo decir: espero que así sea.