miércoles, 3 de agosto de 2022

Actualidad económica

La situación económica mundial tan peculiar, que estamos atravesando, bien merece una reflexión. La inflación en dos dígitos en la mayoría de los países occidentales, con escasez de oferta, alta demanda, altos precios de la energía y, para rematar, una guerra cruenta en el corazón de Europa; son hechos insólitos desde el punto de vista de su simultaneidad. Y es que nunca antes todos estos factores se habían desarrollado conjuntamente. Pero debemos intentar tomar perspectiva, separar los elementos e impedir que las ramas nos impidan ver el bosque.


Durante la pandemia, gracias a las políticas desarrolladas por los gobiernos y bancos centrales para hacer frente a la crisis económica que surgió como consecuencia del COVID, se propició que la misma no fuera tan cruenta y desigual como las anteriores, y a su vez, se generó una acumulación de capital y ahorro en las familias, debido a que no podían ejercer sus opciones de gasto más allá de los bienes de necesidad primaria. Así cuando se empezaron a flexibilizar la medidas, comenzó un incremento del consumo brutal. Las empresas en esos momentos se encontraban invernando, con plantas de producción paradas o desmanteladas, con cuellos de botella en la producción, con falta de materias primas, con problemas o falta de transporte de mercancías, solo actuando con lo mínimo. Todo ello debido a que con la pandemia las empresas redujeron sus costes a lo mínimo ante la falta de ventas. Por lo que ante un incremento de la demanda de productos tan desatada, la oferta no tenía capacidad para satisfacerla. Si a ello unimos la existencia de unos tipos de interés rondando el 0%, que fomenta el endeudamiento para el consumo, la situación es de gran tensión alcista en los precios.

La solución natural que encuentra el mercado ante estas circunstancias para estabilizarse es del incremento de los precios, pura teoría de la oferta y la demanda.

Debido a la conjunción de todos los factores enumerados, la inflación, antes de que estallara la Guerra de Ucrania, subió hasta un 6,1% de variación interanual en el mes de enero, en el caso de España. Pero, aun así, la economía crecía a tasas de un PIB de un 5,5% en el cuarto trimestre del 2021. Siendo las expectativas de crecimiento que se formulaban en esas fechas para los meses y años venideros mucho más altas.

Pero ocurrió la invasión rusa de Ucrania y el posterior estallido de la guerra entre ambos países, que hizo que se uniera un ingrediente más al cóctel antes descrito, que es el incremento de los precios de  la energía, de los cereales, fertilizantes y demás productos de los que Rusia y Ucrania son fuertes exportadores. Ucrania un país con una guerra en su territorio, con una población movilizada y grandes territorios y ciudades arrasados; la fuerza productiva que posee es muy tenue. Rusia, gran exportador de energía, de la que, sobre todo, Europa es dependiente, como consecuencia de sus acciones bélicas se le aplicaron medidas coercitivas, que junto con la reacción de Rusia a las mismas; hicieron que la cantidad de gas y petróleo ruso que se exportaba a Europa se redujera y que los precios aumentaran apreciablemente.

Se restringieron las importaciones de petróleo y gas ruso, provocando un encarecimiento de los costes de producción de Europa sobre todo, al ser una región altamente dependiente de Rusia energéticamente.

El acto represor del mundo occidental contra Rusia, tenía algunas fisuras, como es el hecho de que China, la fabrica del mundo, y la India, otro país con gran poder productor, y por lo tanto ambos grandes consumidores de energía, aunque se han mantenido neutrales en la intervención en el conflicto bélico, no han sido seguidores del veto al mercado energético ruso, sino todo lo contrario, se han convertido en los grandes importadores de energía rusa; sustituyendo a Europa, y provocando, según dicen observadores, que la economía rusa no se esté viendo tan afectada por los vetos del conflicto, según los últimos datos publicados su PIB ha bajado entre un 4 y un 6%, mientras que la europea ya saben ustedes como está.

Europa se está defendiendo de esta falta de suministro de energía con medidas de ahorro energético, sobre todo con vistas al abastecimiento del invierno y para su contención de precios. Con un objetivo de reducción de un 15%. España país con menos dependencia energética de Rusia que Europa ha logrado que sus porcentajes de restricción de consumo sean menores que los del resto, un 7%; aunque deberá aplicar medidas para lograr ese objetivo. 

La espiral inflacionista que estamos padeciendo ha llegado ya a la cifra de dos dígitos, sin saber hasta donde podría llegar. Frente a ello la solución que plantean y aplican los Bancos Centrales, que son los responsables de las políticas monetarias, es la de subir los tipos de interés. Con el objetivo de contener la inflación  anestesiando la economía. El mecanismo consiste en que al incrementarse los tipos de interés, se reducirá el consumo y la demanda, de tal manera que provoquen un ajuste de los precios a la baja. Pero ello deriva en un enfriamiento de la economía que, en el mejor de los casos, acaba en recesión y que puede derivar en crisis económica, si el incremento de tipos de interés es demasiado alto. Por lo que este mecanismo requiere de un ejercicio de equilibrista, balanceando la subida de tipos con el enfriamiento económico para que no termine derivando en una crisis económica, como ha ocurrido en repetidas veces en el pasado.

En este aspecto las probabilidades de entrar en crisis económica son altas, no solo por la experiencia histórica, sino también por lo argumentado por el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el cual, ha indicado que lo prioritario es la contención de la inflación  y no que la economía mundial pueda entrar en crisis. De hecho los Estados Unidos ya están técnicamente en recesión, aunque los indicadores de empleo no los digan, con una bajada del PIB de dos trimestres consecutivos y Europa está en vías de ello.

Pero como hemos visto los factores que han provocado el incremento tan brutal de los precios no han sido solo por el incremento de los precios energéticos y su posterior aumento de los costes de producción, ni solo por la alta demanda de consumo, si no que ha sido sobre todo por el estrangulamiento de la oferta. Por lo que el problema no es de demanda sino de oferta insuficiente. Y el mecanismo de subida de los tipos de interés  para la contención de los precios al bajar la masa monetaria con la reducción de las solicitudes de créditos, es una solución aplicable cuando existen problemas de demanda, concretamente de fuerte demanda. Es el mecanismo que siempre se ha usado. Por lo que se está utilizando una solución vieja para un problema nuevo. Se quiere curar una enfermedad concreta con un medicamento común. Por lo que el poder resolutivo del mismo habría que ponerlo en cuestión. Sobre todo con el atenuante de que la aplicación de este mecanismo ya está provocando recesión, sin haber frenado los precios, y puede derivar en crisis económica.
Dicho de otra manera, y con ello me mojo mas en el asunto, se están aplicando soluciones antiguas para problemas modernos; dado que los actuales no están motivados por las mismas causas. Así que los resultados pueden ser en parte estériles. Esta inflación, como hemos visto anteriormente, en un principio está originada por problemas de escasez de oferta, mas que por descontrol de la demanda. Por mucho que anestesiemos la economía reduciendo el consumo, a través del incremento de los tipos de interés; los resultados están siendo de recesión y la inflación sigue en tasas de dos dígitos para la mayoría de los países; mientras que no solucionemos los problemas de oferta no atacaremos a la raíz de la causa de la inflación y entraremos en crisis a cambio de nada, tan solo de una esperanza futura de obtener los resultados previstos que pueden no llegar o llegar con un coste y sufrimiento de la sociedad muy altos.

Evidentemente, el problema de la inflación debe ser atajado y solucionado, pero aplicando medidas adecuadas según unas causas concretas. Las causas son nuevas, por lo que se necesitan soluciones nuevas, no valen sólo viejas recetas.