jueves, 4 de noviembre de 2021

Plásticos Cero

El problema del plástico, no sólo para el medio ambiente, sino para la sociedad en su conjunto, motiva que escriba este artículo. El impacto que tiene el plástico sobre el medio ambiente, nuestra salud y las consecuencias que tendrá sobre la economía mundial, si seguimos con nuestra visión cortoplacista y consumista de usar y tirar de nuestro modo de vida, es una cuestión para recapacitar y pensar en ello. Además creo les sorprenderé, a mí al menos me sorprendió, con las mentiras del reciclaje y qué industria fue el que lo difundió como solución al problema, según documentos descubiertos hace poco; pero eso será más adelante.

¿Cuál es el problema del plástico?, pues básicamente, por un lado, el consumo desmesurado que se está haciendo del mismo desde hace más de 70 años, estando presente en todos o casi todos los aspectos de nuestras vidas, sólo observe su que hacer diario y verá plástico por todos lados, y no digo ya en el envasado, observe los lineales de un supermercado; y, por otro lado, que es un producto que tarda decenas y hasta cientos de años en desaparecer, dependiendo del tipo de plástico, y que está acabando en grandes proporciones en nuestros mares y estercoleros, contaminando el mar y la tierra. Con la consecuente introducción en la cadena trófica, que hace que acabe en nuestra mesa y nuestro cuerpo, además de llevarse por delante los ecosistemas naturales, con la contaminación de especies y parajes.

Dado que el problema que crea el plástico surge por su desmesurada existencia, les expondré los datos de su producción. Según la ONG Greenpeace desde 1950 se han producido 8,3 mil millones de toneladas de plástico. La producción se está incrementando de manera desorbitada en los últimos años, según la organización Plastic Europe, organización conformada por los principales productores de plástico, la producción mundial de plástico paso de ser de 359 millones de toneladas en el año 2018 a 368 millones de toneladas en el 2019; siendo los datos para la Unión Europea de 61,8 millones de toneladas en 2018 a rebajarse a 57,9 millones de toneladas en 2019.

Según Plastic Europe, los grandes consumidores de plástico son, en primer lugar Asia con un 51%, acaparando China un 31% del total y Japón un 3%, le sigue la zona NAFTA (Canadá, USA y México) con un 19%, Europa con un 16%, África con un 7% y América Latina con un 4%. Dentro de Europa, España ocupa el cuarto lugar con un 7,8% del total Europeo consumido, siguiendo a Alemania con un 24,2%, Italia con un 13% y Francia con un 9,5%. Los datos europeos se basan en un consumo calculado de 50,7 millones de toneladas de plástico en el año 2018. 

El destino por sectores, según esta misma fuente, se distribuye en un 39,6% que va destinado a envases, un 9,6% al sector de la construcción de edificios, un 9,6% al sector del automóvil, un 4,1% al textil, un 3,4% a la agricultura y un 16,7% a otros, entre los que se engloban muebles, medicamentos, accesorios, etc.
De ese dato europeo de consumo de plástico, antes indicado, de 50,7 millones de toneladas, según la organización Conversio Market and Strategy Gmbh, sólo se recogen para su reciclaje 29,1 millones de toneladas. Y de ellas el 42,6 % se convierte en energía, el 32,5% se recicla y el 24,9% se tira a vertederos. Sólo Suiza, Austria y Alemania no tiran plásticos a los vertederos, según esta fuente. Y en el caso español aproximadamente se recicla un 40%, se convierte en energía un 20% y se tira a vertederos otro 40%.

Según los datos hasta ahora expuestos vemos que existe un problema de gran producción de plástico, por la dependencia productora que tienen casi todos los sectores de él, al ser una materia prima muy barata y de fácil acceso. Existiendo un problema de qué hacer, o de qué poder hacer, con ese plástico ya utilizado.


Pues bien para ir profundizando en el problema, veamos ahora los tipos de plástico que existen. Para ello, vamos a seguir el sistema internacional aceptado, que es un código de clasificación de la tipología de plásticos, los cuales se identifican con un número dentro del llamado “triángulo de Mobiüs”, el famoso triángulo de las flechas que viene impreso en todos los elementos de plástico.

 




(*) El nivel de dificultad de reciclaje va de 1 a 4, siendo 1 el nivel de más fácil reciclaje y el 4 el más difícil.

Qué duda cabe, que según los niveles de reciclabilidad, su facilidad o dificultad, implican que su reciclaje sea rentable o no; y por lo tanto, que se termine realizando o no (ningún empresario realiza una actividad que no sea rentable).

Como pueden observar el triangulo de Mobiüs, lleva a engaño por su forma gráfica de identificación de economía circular, que da a entender que el producto en el que va impreso es reciclable, de ahí que se le conozca comúnmente como el triángulo del reciclaje. 

Todo esto tiene una explicación, la cuál les va a sorprender aún más todavía, según el documental de investigación de la periodista Laura Sullivan “Plastic Wars”, en los años 70 la industria productora del plástico vivió la primera crisis, sobre todo en los Estados Unidos, motivada por la concienciación de los consumidores sobre los efectos negativos del mismo sobre el medio ambiente y su contaminación. Desarrollándose una opinión publica muy negativa sobre el uso del plástico. Es una época en la que empezó a surgir la conciencia medioambiental, por ejemplo, se empezó a celebrar el Día de la Tierra. Y, entre otros factores, se puso el foco en la contaminación que producía el plástico. Ya se empezó a desarrollar una preocupación por el tipo de consumo de usar y tirar, y cómo afectaba a un planeta cuyos recursos son finitos. Tal fue el movimiento de opinión pública negativa que se desarrolló, que se estaba poniendo en jaque al futuro de la industria del plástico de tal forma, que en los Estados Unidos, muchos Ayuntamientos y Estados empezaron a prohibir el uso del plástico de varios tipos.

La respuesta a esta situación por parte de la compañías petroquímicas productoras de plástico, que son en definitiva las grandes petroleras, fue  la creación del “Consejo de Gestión de Residuos Sólidos”. Surgiendo la idea de que la solución para los residuos plásticos estaba en el reciclaje. Y la idea caló en la sociedad, de tal forma que hasta la ONG “Greenpeace” hizo una campaña a favor del reciclaje, cuyo lema era “La próxima vez intente reciclar”. La solución para el uso  y posterior desecho del plástico estaba en el reciclaje; la idea era clara, sigue consumiendo plástico porque si lo reciclas, si la sociedad lo recicla, no contaminarás. Es decir, consume plástico con la conciencia tranquila porque se terminará reciclando y se volverá a introducir en el sistema, no acabará en el mar ni en la tierra, economía circular. Perdónenme mi ignorancia, pero yo español de 44 años en el año 2021, también creía, hasta hoy, que eso era así. Qué duda cabe que el llamado Green Marketing funcionó y sigue funcionando.

La industria del reciclaje, se reveló. Demandaban que los productos de plástico que no fuera rentable su reciclaje no llevaran el símbolo del reciclaje, por que al final no iban a ser reciclados. Se negoció con la industria productora de plástico que no se utilizara el triángulo de Mobiüs, ni tampoco un circulo con las flechas. Su intención era que el consumidor no se llevara a equivoco a la hora de consumir los productos de plástico, argumentando que muchos tipos de plástico, aunque pudieran llegar a ser reciclables, no lo terminaban siendo debido a su alta dificultad y alto costo para lograrlo, lo cual hacían que no fuera rentable su reciclaje, sobre todo frente los precios bajos de los plásticos de nueva producción. No querían que se confundiera al consumidor. Pero las negociaciones fueron aciagas, los productos terminaron por tener impreso el triángulo de Mobiüs y el sector petroquímico del plástico remontó la crisis de manera aún más fuerte.  El consumidor siguió consumiendo plástico, con crecimiento exponencial, sin preocupación por las consecuencias del mismo; y la industria productora de plástico no encontró rival en la de reciclaje, dado que los precios de plástico de nueva producción, eran mucho más bajos, que los del plástico reciclado. Pero en documentos internos de la industria petroquímica, descubiertos por la periodista Laura Sullivan y publicados en el documental antes referido, reflejan que sabían que el reciclaje de una gran mayoría de los plásticos no era viable económicamente, porque las técnicas para el reciclaje de los mismos no estaban lo suficientemente desarrolladas, sabían que si el consumidor pensaba que el reciclaje funcionaba no iban a estar preocupados por el medio ambiente.

Consecuencia de ello es que la venta de plástico desde los 80 se ha disparado, duplicándose de 1990 a 2010. Y, por ejemplo, ha logrado ser un sustituto del cristal como envase; del algodón y la lana como tejido, etc.

Así lo que en un principio era bueno para el medioambiente, como es el reciclaje, acabó siendo malo dado que aumentó el consumo de plástico exponencialmente, por un consumidor engañado.

En el año 2015, como consecuencia de las imágenes del recate de una tortuga con una pajita de plástico en la nariz, que dio la vuelta al mundo, se volvió a vivir una nueva crisis del plástico, motivada la opinión publica negativa que se generó. Se centro la atención de nuevo en el la desmesurada producción de plástico y sus desechos, viendo cómo estaban acabando en el mar, contaminándolo y afectando a todo el ecosistema, incluidos nosotros. 

La respuesta de la industria productora, para hacer frente a ésta nueva crisis, fue la misma que la utilizada en los 70, el reciclaje. Antes les funcionó con gran éxito, pretenden que ahora sea lo mismo. Se han estado invirtiendo millones de dólares en reforzar la imagen del plástico como única solución. Pero, como hemos visto hay muchos tipos de plástico, y existen unas tecnologías disponibles que hacen que unos sean rentables y otros no, y ello determina su coste, y el que sean o no competitivos frente a los precios de los plásticos de nueva producción.

Por ejemplo las botellas de plástico son fácilmente reciclables, por lo que económicamente el coste de su reciclaje es pequeño, su precio final frente al precio de las botellas de nueva producción es muy competitivo, por lo tanto su reciclaje es rentable. Pero hemos visto que otros tipos de plástico se situaban en niveles de dificultad de reciclaje más altos; el reciclaje de los mismos es más complejo y hace que su coste sea alto, por lo que, frente a los de nueva producción no son competitivos, por lo tanto no es rentable su reciclaje. Es lo que en el negocio del reciclaje se llaman “Plásticos Mixtos”

Y, ¿qué pasa con esos tipos de plásticos?. Se van amontonando en las plantas de reciclaje, para terminar en vertederos que se sellan en espera de que avance el desarrollo tecnológico de las técnicas de reciclaje que hagan que esos plásticos sean rentables, por lo que estamos contaminando la tierra. O en terceros países, sobre todo del tercer mundo, donde solo reciclan el 3% de lo que les llega y el resto terminan quemándolo, con la consecuente emisión de CO2, o en el mar. Hay un estudio que nos indica que un 60% de los residuos plásticos del océano provienen de Asia, y en su mayoría, esos residuos han sido enviados desde el primer mundo allí, sobre todo desde Europa y Estados Unidos.

A lo largo de los años no más del 10% del plástico producido se ha reciclado alguna vez. El coste del plástico nuevo es tan barato que reciclar el viejo no es justificable económicamente; y esto, según Laura Sullivan se sabía desde 1973, y es válido también para hoy día y para el medio plazo.

Por lo que la única respuesta al problema del plástico no puede ser el reciclaje, debemos contener y disminuir hasta lo mínimo la producción y consumo del mismo. Y ahí tenemos mucha importancia los consumidores con nuestro poder de demanda.

Pero, tal y como se está desarrollando la industria y el sistema hace que el poder no esté en el consumidor, sino en que los productos que deben revelar el impacto que tienen sobre el medio ambiente, para que así el consumidor pueda elegir con libertad y conciencia.

Como indica un directivo de Greenpeace “hemos sido muy ingenuos y optimistas con las posibilidades y potencial del reciclaje”. Creímos en el mito, de que el reciclaje solucionaría el problema, por lo que no deberíamos preocuparnos por la cantidad de plásticos qué consumimos ni la cantidad que se produce.

Pero la realidad es que 8 millones de residuos plásticos acaban en el océano cada año.


El plan B de las industrias petroleras y de gas es el plástico de un solo uso, debido a que los carburantes tienen su tiempo agotado por su presión medioambiental. Motivo por el cual, van a apostar por el negocio del plástico, sobre todo el de un solo uso.

No quiero avanzar en la disertación sin explicar claramente qué son los microplásticos y su repercusión sobre el medioambiente. Los microplásticos son fragmentos inferiores a 5 milímetros que pueden provenir de la rotura de otros plásticos mas grandes o que sean fabricados directamente; así, como las microesferas presentes en los productos de higiene y limpieza, como exfoliántes, pastas de dientes o detergentes. Cada bote de 100 ml puede contener entre 300.000 y 2,8 millones de diminutas bolitas de microplástico. Estos llegan al mar a través del desagüe, dado que, al ser tan pequeños, no son atrapados por los filtros de las depuradoras. Los animales marinos los ingieren y así entran en la cadena alimentaria, hasta que terminan en nuestra mesa. Por lo que además de afectar a los propios peces provocando bloqueos gastrointestinales, alteraciones en los patrones de alimentación y en su reproducción, también terminan afectándonos a nosotros a través de la ingesta de los mismos.

Dado que considerar el reciclaje como la solución ideal al problema del plástico es una mera fantasía, debemos tomar nota de ello y actuar en consecuencia. Hemos visto que el desarrollo de las técnicas de reciclaje, para la mayoría de los residuos plásticos, no están desarrolladas como para que se cree una industria en torno a ellas que provoque, de veras, una economía circular total, dado que no son rentables. Y además los niveles de consumo de plásticos actuales son insostenibles, como he expuesto anteriormente. La solución evidentemente debe provenir por la reducción del consumo de plástico. Nos han mentido conforme a su efectividad y eficiencia; y nos han ido generando una dependencia al plástico que hace que sea difícil no encontrar productos que no lo contengan.

Que duda cabe que a estas altura del partido, estamos, o nos tienen, muy enganchados al consumo de plástico, somos muy dependientes de él, y reducir su uso parece muy difícil, o casi imposible. Pero lo imposible se puede hacer posible con voluntad e imaginación. A modo de ejemplo, les voy a exponer las acciones a desarrollar a las que nos invita la ONG Greenpeace, desde dos puntos de vista; por un lado, mediante acciones político/gubernamentales, entre las que podríamos destacar:

- Legislar para que se reduzca la cantidad de plástico que se pone en circulación.
- Aportar por la reutilización y prohibir los plásticos de un solo uso.
- Fomentar medidas basadas en la economía circular.
- Prohibir el uso de microesferas de plástico.
- Fomentar el I+D y la implementación de alternativas al uso de plásticos.

Y, por otro lado, desde un punto de vista ciudadano/individual:

- Cambiar las bolsas de plástico por otras reutilizables, carros o cestas.
- No usar vasos, platos o cubiertos de plástico.
- Comprar la comida a granel, evitando envoltorios y bandejas.
- Cambiar los tapers de plástico por otros de vidrio o acero inoxidable.
- Evitar el uso de cosméticos que tengan microesferas en su composición.
- Beber agua del grifo y no la embotellada.
- Elegir envases retornables para las bebidas, com el vidrio, en vez del brick o botellas de plástico.
- No utilizar biberones de plástico, dado que a la vez no estamos exponiendo a nuestro bebes al plástico, dado que, al chuparlo pueden desprenderse partículas del mismo.
- Comprar juguetes de madera, tela o metálicos, evitando los de plástico.
- No utilizar maquinillas de afeitar desechables.
- Intentar consumir productos de higiene que su envase no sea de plástico y que no contengan microesfereas de plástico en su composición.
- Evitar productos de limpieza envasados en plásticos.
- Los productos de plásticos que tengamos, o los que aun no podamos evitar su consumo, debemos reutilizarlos todo lo que podamos en la medida de lo posible, y después, como última instancia tirarlos al contenedor correspondiente.
- Calcular cuanto plástico utilizamos.
- Cambiar los hábitos de consumo de usar y tirar.

Indudablemente son ideas interesantes, las primeras vistas desde un punto de vista macro y, las segundas, desde un punto de vista micro. Las he expuesto aquí para que nos sirva de ayuda y de punto de partida en nuestro viaje a un mundo nuevo, en el que , aunque no estemos exentos de plásticos, si se reduzca su consumo a la más mínima expresión. 

Por ello, abajo, a través de los comentarios del artículo, les invito a aportar ideas e información, que podríamos llevar a cabo todos para reducir el consumo de plástico, lugares donde vendan productos no envasados en plástico, páginas web que nos ayuden, etc. Así como experiencias propias al respecto.