miércoles, 3 de agosto de 2022

Actualidad económica

La situación económica mundial tan peculiar, que estamos atravesando, bien merece una reflexión. La inflación en dos dígitos en la mayoría de los países occidentales, con escasez de oferta, alta demanda, altos precios de la energía y, para rematar, una guerra cruenta en el corazón de Europa; son hechos insólitos desde el punto de vista de su simultaneidad. Y es que nunca antes todos estos factores se habían desarrollado conjuntamente. Pero debemos intentar tomar perspectiva, separar los elementos e impedir que las ramas nos impidan ver el bosque.


Durante la pandemia, gracias a las políticas desarrolladas por los gobiernos y bancos centrales para hacer frente a la crisis económica que surgió como consecuencia del COVID, se propició que la misma no fuera tan cruenta y desigual como las anteriores, y a su vez, se generó una acumulación de capital y ahorro en las familias, debido a que no podían ejercer sus opciones de gasto más allá de los bienes de necesidad primaria. Así cuando se empezaron a flexibilizar la medidas, comenzó un incremento del consumo brutal. Las empresas en esos momentos se encontraban invernando, con plantas de producción paradas o desmanteladas, con cuellos de botella en la producción, con falta de materias primas, con problemas o falta de transporte de mercancías, solo actuando con lo mínimo. Todo ello debido a que con la pandemia las empresas redujeron sus costes a lo mínimo ante la falta de ventas. Por lo que ante un incremento de la demanda de productos tan desatada, la oferta no tenía capacidad para satisfacerla. Si a ello unimos la existencia de unos tipos de interés rondando el 0%, que fomenta el endeudamiento para el consumo, la situación es de gran tensión alcista en los precios.

La solución natural que encuentra el mercado ante estas circunstancias para estabilizarse es del incremento de los precios, pura teoría de la oferta y la demanda.

Debido a la conjunción de todos los factores enumerados, la inflación, antes de que estallara la Guerra de Ucrania, subió hasta un 6,1% de variación interanual en el mes de enero, en el caso de España. Pero, aun así, la economía crecía a tasas de un PIB de un 5,5% en el cuarto trimestre del 2021. Siendo las expectativas de crecimiento que se formulaban en esas fechas para los meses y años venideros mucho más altas.

Pero ocurrió la invasión rusa de Ucrania y el posterior estallido de la guerra entre ambos países, que hizo que se uniera un ingrediente más al cóctel antes descrito, que es el incremento de los precios de  la energía, de los cereales, fertilizantes y demás productos de los que Rusia y Ucrania son fuertes exportadores. Ucrania un país con una guerra en su territorio, con una población movilizada y grandes territorios y ciudades arrasados; la fuerza productiva que posee es muy tenue. Rusia, gran exportador de energía, de la que, sobre todo, Europa es dependiente, como consecuencia de sus acciones bélicas se le aplicaron medidas coercitivas, que junto con la reacción de Rusia a las mismas; hicieron que la cantidad de gas y petróleo ruso que se exportaba a Europa se redujera y que los precios aumentaran apreciablemente.

Se restringieron las importaciones de petróleo y gas ruso, provocando un encarecimiento de los costes de producción de Europa sobre todo, al ser una región altamente dependiente de Rusia energéticamente.

El acto represor del mundo occidental contra Rusia, tenía algunas fisuras, como es el hecho de que China, la fabrica del mundo, y la India, otro país con gran poder productor, y por lo tanto ambos grandes consumidores de energía, aunque se han mantenido neutrales en la intervención en el conflicto bélico, no han sido seguidores del veto al mercado energético ruso, sino todo lo contrario, se han convertido en los grandes importadores de energía rusa; sustituyendo a Europa, y provocando, según dicen observadores, que la economía rusa no se esté viendo tan afectada por los vetos del conflicto, según los últimos datos publicados su PIB ha bajado entre un 4 y un 6%, mientras que la europea ya saben ustedes como está.

Europa se está defendiendo de esta falta de suministro de energía con medidas de ahorro energético, sobre todo con vistas al abastecimiento del invierno y para su contención de precios. Con un objetivo de reducción de un 15%. España país con menos dependencia energética de Rusia que Europa ha logrado que sus porcentajes de restricción de consumo sean menores que los del resto, un 7%; aunque deberá aplicar medidas para lograr ese objetivo. 

La espiral inflacionista que estamos padeciendo ha llegado ya a la cifra de dos dígitos, sin saber hasta donde podría llegar. Frente a ello la solución que plantean y aplican los Bancos Centrales, que son los responsables de las políticas monetarias, es la de subir los tipos de interés. Con el objetivo de contener la inflación  anestesiando la economía. El mecanismo consiste en que al incrementarse los tipos de interés, se reducirá el consumo y la demanda, de tal manera que provoquen un ajuste de los precios a la baja. Pero ello deriva en un enfriamiento de la economía que, en el mejor de los casos, acaba en recesión y que puede derivar en crisis económica, si el incremento de tipos de interés es demasiado alto. Por lo que este mecanismo requiere de un ejercicio de equilibrista, balanceando la subida de tipos con el enfriamiento económico para que no termine derivando en una crisis económica, como ha ocurrido en repetidas veces en el pasado.

En este aspecto las probabilidades de entrar en crisis económica son altas, no solo por la experiencia histórica, sino también por lo argumentado por el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el cual, ha indicado que lo prioritario es la contención de la inflación  y no que la economía mundial pueda entrar en crisis. De hecho los Estados Unidos ya están técnicamente en recesión, aunque los indicadores de empleo no los digan, con una bajada del PIB de dos trimestres consecutivos y Europa está en vías de ello.

Pero como hemos visto los factores que han provocado el incremento tan brutal de los precios no han sido solo por el incremento de los precios energéticos y su posterior aumento de los costes de producción, ni solo por la alta demanda de consumo, si no que ha sido sobre todo por el estrangulamiento de la oferta. Por lo que el problema no es de demanda sino de oferta insuficiente. Y el mecanismo de subida de los tipos de interés  para la contención de los precios al bajar la masa monetaria con la reducción de las solicitudes de créditos, es una solución aplicable cuando existen problemas de demanda, concretamente de fuerte demanda. Es el mecanismo que siempre se ha usado. Por lo que se está utilizando una solución vieja para un problema nuevo. Se quiere curar una enfermedad concreta con un medicamento común. Por lo que el poder resolutivo del mismo habría que ponerlo en cuestión. Sobre todo con el atenuante de que la aplicación de este mecanismo ya está provocando recesión, sin haber frenado los precios, y puede derivar en crisis económica.
Dicho de otra manera, y con ello me mojo mas en el asunto, se están aplicando soluciones antiguas para problemas modernos; dado que los actuales no están motivados por las mismas causas. Así que los resultados pueden ser en parte estériles. Esta inflación, como hemos visto anteriormente, en un principio está originada por problemas de escasez de oferta, mas que por descontrol de la demanda. Por mucho que anestesiemos la economía reduciendo el consumo, a través del incremento de los tipos de interés; los resultados están siendo de recesión y la inflación sigue en tasas de dos dígitos para la mayoría de los países; mientras que no solucionemos los problemas de oferta no atacaremos a la raíz de la causa de la inflación y entraremos en crisis a cambio de nada, tan solo de una esperanza futura de obtener los resultados previstos que pueden no llegar o llegar con un coste y sufrimiento de la sociedad muy altos.

Evidentemente, el problema de la inflación debe ser atajado y solucionado, pero aplicando medidas adecuadas según unas causas concretas. Las causas son nuevas, por lo que se necesitan soluciones nuevas, no valen sólo viejas recetas. 

lunes, 21 de marzo de 2022

Alerta tierras raras

La necesidad de una transición energética hacia energías limpias, poniendo fin al uso de combustibles fósiles y contaminantes, debido a su efecto sobre el clima y el medio ambiente, es un hecho con el que una gran mayoría estamos de acuerdo, tal es así que está quedando plasmado en diferentes acuerdos y agendas internacionales, sobre todo a nivel europeo. Siendo este compromiso no solo de nivel colectivo, si no que necesariamente debe serlo a nivel individual. Otra cuestión es su real aplicación e implicación, sobre todo de los países más contaminantes; pero esa es otra cuestión, que aunque no menor, no va a tratar este artículo.


Estas energías limpias y la revolución digital requieren de una gran cantidad de componentes constituidos por las llamadas tierras raras, son básicos para la tecnología actual. Las tierras raras son 17 elementos químicos (escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio). Pero su denominación de raras no radica en que sean poco abundantes, sino por el hecho de que no se encuentran puros en la naturaleza, están formando parte de otros minerales y además en proporciones mínimas. En una proporción media de 100 gramos de tierras raras por cada tonelada de material.


Ahí ya estamos observando unos de los inconvenientes de estos elementos. Al ser necesaria una fuerte extracción de material de tierra para obtener esos elementos químicos, las minas son a cielo abierto con fuerte impacto medioambiental, junto con que con su procesamiento para su obtención requiere de gran cantidad de agua y productos tóxicos que envenena el suelo, el agua y el aire de las zonas en las que están implantadas estas explotaciones.




El tiempo que requiere la puesta en marcha de una proyecto minero de estas características es de 16 años de media. Chocando con la normativa medioambiental de la mayoría de los países.


En Europa debido a las medidas medioambientales que poseemos no desarrollamos ese tipo de explotaciones de forma más común. Estados Unidos en los 80 eran el mayor productor mundial pero por esos motivos han ido descendiendo su producción, importando actualmente el 80% de las tierras raras que necesita a China.




China es el mayor productor mundial. Según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos en 2019 China controlaba el 61,97% de la producción de tierras raras, y según otras fuentes el 95% de su procesamiento. Así que China tiene en sus manos tanto el suministro como el precio de estos elementos al resto del mundo. Y este factor lo viene utilizando a su favor desde hace años.


El reciclaje en el mercado de las tierras raras afecta tan solo a un 1%, actualmente. Es la llamada minería urbana, extraer los materiales del vertedero y no de la naturaleza.


Por los que las tierras raras, a priori, presentan una serie de inconvenientes:


  • Altísima concentración geográfica de producción y procesamiento.
  • Fuerte impacto medioambiental y contaminante de sus explotaciones de extracción.
  • Bajo porcentaje de reciclabilidad actualmente.
  • Problemas geopolíticos.


Poniendo un ejemplo del impacto de las tierras raras. Un vehículo actualmente lleva dentro de  sus elementos como baterias, luces, chips, sensores, pantallas lcd y demás componentes electrónicos, de media entre 9 y 11 kilos de tierras raras. Si para producir 100 gramos se necesita una tonelada de material extraído, para la un coche es necesario sacar de la tierra 110 toneladas de tierra.





Pero sin las tierras raras la transición energética sería imposible. Son imprescindibles para ello. Por ejemplo, las placas solares son eficientes debido a ellas, esos componentes hacen que las placas conviertan la luz no visible, infrarroja (50% de la luz solar) y ultravioleta, en luz visible, para poderlas también transformar en energía.




Pero tampoco podemos transitar de una energía contaminante y finita a otra que también lo es, o por lo menos los elementos imprescindibles para que funcione. Así el principal reto de las tierras raras es resolver los problemas medioambientales que conllevan su extracción, y su falta de reciclaje.


Aunque ya hay pasos en ese sentido, con la minería verde, la solución, que duda cabe, está en el cambio del estilo de vida consumista que tiene nuestra sociedad. Esa es la clave aunque tengamos el 100% de energías limpias.

jueves, 4 de noviembre de 2021

Plásticos Cero

El problema del plástico, no sólo para el medio ambiente, sino para la sociedad en su conjunto, motiva que escriba este artículo. El impacto que tiene el plástico sobre el medio ambiente, nuestra salud y las consecuencias que tendrá sobre la economía mundial, si seguimos con nuestra visión cortoplacista y consumista de usar y tirar de nuestro modo de vida, es una cuestión para recapacitar y pensar en ello. Además creo les sorprenderé, a mí al menos me sorprendió, con las mentiras del reciclaje y qué industria fue el que lo difundió como solución al problema, según documentos descubiertos hace poco; pero eso será más adelante.

¿Cuál es el problema del plástico?, pues básicamente, por un lado, el consumo desmesurado que se está haciendo del mismo desde hace más de 70 años, estando presente en todos o casi todos los aspectos de nuestras vidas, sólo observe su que hacer diario y verá plástico por todos lados, y no digo ya en el envasado, observe los lineales de un supermercado; y, por otro lado, que es un producto que tarda decenas y hasta cientos de años en desaparecer, dependiendo del tipo de plástico, y que está acabando en grandes proporciones en nuestros mares y estercoleros, contaminando el mar y la tierra. Con la consecuente introducción en la cadena trófica, que hace que acabe en nuestra mesa y nuestro cuerpo, además de llevarse por delante los ecosistemas naturales, con la contaminación de especies y parajes.

Dado que el problema que crea el plástico surge por su desmesurada existencia, les expondré los datos de su producción. Según la ONG Greenpeace desde 1950 se han producido 8,3 mil millones de toneladas de plástico. La producción se está incrementando de manera desorbitada en los últimos años, según la organización Plastic Europe, organización conformada por los principales productores de plástico, la producción mundial de plástico paso de ser de 359 millones de toneladas en el año 2018 a 368 millones de toneladas en el 2019; siendo los datos para la Unión Europea de 61,8 millones de toneladas en 2018 a rebajarse a 57,9 millones de toneladas en 2019.

Según Plastic Europe, los grandes consumidores de plástico son, en primer lugar Asia con un 51%, acaparando China un 31% del total y Japón un 3%, le sigue la zona NAFTA (Canadá, USA y México) con un 19%, Europa con un 16%, África con un 7% y América Latina con un 4%. Dentro de Europa, España ocupa el cuarto lugar con un 7,8% del total Europeo consumido, siguiendo a Alemania con un 24,2%, Italia con un 13% y Francia con un 9,5%. Los datos europeos se basan en un consumo calculado de 50,7 millones de toneladas de plástico en el año 2018. 

El destino por sectores, según esta misma fuente, se distribuye en un 39,6% que va destinado a envases, un 9,6% al sector de la construcción de edificios, un 9,6% al sector del automóvil, un 4,1% al textil, un 3,4% a la agricultura y un 16,7% a otros, entre los que se engloban muebles, medicamentos, accesorios, etc.
De ese dato europeo de consumo de plástico, antes indicado, de 50,7 millones de toneladas, según la organización Conversio Market and Strategy Gmbh, sólo se recogen para su reciclaje 29,1 millones de toneladas. Y de ellas el 42,6 % se convierte en energía, el 32,5% se recicla y el 24,9% se tira a vertederos. Sólo Suiza, Austria y Alemania no tiran plásticos a los vertederos, según esta fuente. Y en el caso español aproximadamente se recicla un 40%, se convierte en energía un 20% y se tira a vertederos otro 40%.

Según los datos hasta ahora expuestos vemos que existe un problema de gran producción de plástico, por la dependencia productora que tienen casi todos los sectores de él, al ser una materia prima muy barata y de fácil acceso. Existiendo un problema de qué hacer, o de qué poder hacer, con ese plástico ya utilizado.


Pues bien para ir profundizando en el problema, veamos ahora los tipos de plástico que existen. Para ello, vamos a seguir el sistema internacional aceptado, que es un código de clasificación de la tipología de plásticos, los cuales se identifican con un número dentro del llamado “triángulo de Mobiüs”, el famoso triángulo de las flechas que viene impreso en todos los elementos de plástico.

 




(*) El nivel de dificultad de reciclaje va de 1 a 4, siendo 1 el nivel de más fácil reciclaje y el 4 el más difícil.

Qué duda cabe, que según los niveles de reciclabilidad, su facilidad o dificultad, implican que su reciclaje sea rentable o no; y por lo tanto, que se termine realizando o no (ningún empresario realiza una actividad que no sea rentable).

Como pueden observar el triangulo de Mobiüs, lleva a engaño por su forma gráfica de identificación de economía circular, que da a entender que el producto en el que va impreso es reciclable, de ahí que se le conozca comúnmente como el triángulo del reciclaje. 

Todo esto tiene una explicación, la cuál les va a sorprender aún más todavía, según el documental de investigación de la periodista Laura Sullivan “Plastic Wars”, en los años 70 la industria productora del plástico vivió la primera crisis, sobre todo en los Estados Unidos, motivada por la concienciación de los consumidores sobre los efectos negativos del mismo sobre el medio ambiente y su contaminación. Desarrollándose una opinión publica muy negativa sobre el uso del plástico. Es una época en la que empezó a surgir la conciencia medioambiental, por ejemplo, se empezó a celebrar el Día de la Tierra. Y, entre otros factores, se puso el foco en la contaminación que producía el plástico. Ya se empezó a desarrollar una preocupación por el tipo de consumo de usar y tirar, y cómo afectaba a un planeta cuyos recursos son finitos. Tal fue el movimiento de opinión pública negativa que se desarrolló, que se estaba poniendo en jaque al futuro de la industria del plástico de tal forma, que en los Estados Unidos, muchos Ayuntamientos y Estados empezaron a prohibir el uso del plástico de varios tipos.

La respuesta a esta situación por parte de la compañías petroquímicas productoras de plástico, que son en definitiva las grandes petroleras, fue  la creación del “Consejo de Gestión de Residuos Sólidos”. Surgiendo la idea de que la solución para los residuos plásticos estaba en el reciclaje. Y la idea caló en la sociedad, de tal forma que hasta la ONG “Greenpeace” hizo una campaña a favor del reciclaje, cuyo lema era “La próxima vez intente reciclar”. La solución para el uso  y posterior desecho del plástico estaba en el reciclaje; la idea era clara, sigue consumiendo plástico porque si lo reciclas, si la sociedad lo recicla, no contaminarás. Es decir, consume plástico con la conciencia tranquila porque se terminará reciclando y se volverá a introducir en el sistema, no acabará en el mar ni en la tierra, economía circular. Perdónenme mi ignorancia, pero yo español de 44 años en el año 2021, también creía, hasta hoy, que eso era así. Qué duda cabe que el llamado Green Marketing funcionó y sigue funcionando.

La industria del reciclaje, se reveló. Demandaban que los productos de plástico que no fuera rentable su reciclaje no llevaran el símbolo del reciclaje, por que al final no iban a ser reciclados. Se negoció con la industria productora de plástico que no se utilizara el triángulo de Mobiüs, ni tampoco un circulo con las flechas. Su intención era que el consumidor no se llevara a equivoco a la hora de consumir los productos de plástico, argumentando que muchos tipos de plástico, aunque pudieran llegar a ser reciclables, no lo terminaban siendo debido a su alta dificultad y alto costo para lograrlo, lo cual hacían que no fuera rentable su reciclaje, sobre todo frente los precios bajos de los plásticos de nueva producción. No querían que se confundiera al consumidor. Pero las negociaciones fueron aciagas, los productos terminaron por tener impreso el triángulo de Mobiüs y el sector petroquímico del plástico remontó la crisis de manera aún más fuerte.  El consumidor siguió consumiendo plástico, con crecimiento exponencial, sin preocupación por las consecuencias del mismo; y la industria productora de plástico no encontró rival en la de reciclaje, dado que los precios de plástico de nueva producción, eran mucho más bajos, que los del plástico reciclado. Pero en documentos internos de la industria petroquímica, descubiertos por la periodista Laura Sullivan y publicados en el documental antes referido, reflejan que sabían que el reciclaje de una gran mayoría de los plásticos no era viable económicamente, porque las técnicas para el reciclaje de los mismos no estaban lo suficientemente desarrolladas, sabían que si el consumidor pensaba que el reciclaje funcionaba no iban a estar preocupados por el medio ambiente.

Consecuencia de ello es que la venta de plástico desde los 80 se ha disparado, duplicándose de 1990 a 2010. Y, por ejemplo, ha logrado ser un sustituto del cristal como envase; del algodón y la lana como tejido, etc.

Así lo que en un principio era bueno para el medioambiente, como es el reciclaje, acabó siendo malo dado que aumentó el consumo de plástico exponencialmente, por un consumidor engañado.

En el año 2015, como consecuencia de las imágenes del recate de una tortuga con una pajita de plástico en la nariz, que dio la vuelta al mundo, se volvió a vivir una nueva crisis del plástico, motivada la opinión publica negativa que se generó. Se centro la atención de nuevo en el la desmesurada producción de plástico y sus desechos, viendo cómo estaban acabando en el mar, contaminándolo y afectando a todo el ecosistema, incluidos nosotros. 

La respuesta de la industria productora, para hacer frente a ésta nueva crisis, fue la misma que la utilizada en los 70, el reciclaje. Antes les funcionó con gran éxito, pretenden que ahora sea lo mismo. Se han estado invirtiendo millones de dólares en reforzar la imagen del plástico como única solución. Pero, como hemos visto hay muchos tipos de plástico, y existen unas tecnologías disponibles que hacen que unos sean rentables y otros no, y ello determina su coste, y el que sean o no competitivos frente a los precios de los plásticos de nueva producción.

Por ejemplo las botellas de plástico son fácilmente reciclables, por lo que económicamente el coste de su reciclaje es pequeño, su precio final frente al precio de las botellas de nueva producción es muy competitivo, por lo tanto su reciclaje es rentable. Pero hemos visto que otros tipos de plástico se situaban en niveles de dificultad de reciclaje más altos; el reciclaje de los mismos es más complejo y hace que su coste sea alto, por lo que, frente a los de nueva producción no son competitivos, por lo tanto no es rentable su reciclaje. Es lo que en el negocio del reciclaje se llaman “Plásticos Mixtos”

Y, ¿qué pasa con esos tipos de plásticos?. Se van amontonando en las plantas de reciclaje, para terminar en vertederos que se sellan en espera de que avance el desarrollo tecnológico de las técnicas de reciclaje que hagan que esos plásticos sean rentables, por lo que estamos contaminando la tierra. O en terceros países, sobre todo del tercer mundo, donde solo reciclan el 3% de lo que les llega y el resto terminan quemándolo, con la consecuente emisión de CO2, o en el mar. Hay un estudio que nos indica que un 60% de los residuos plásticos del océano provienen de Asia, y en su mayoría, esos residuos han sido enviados desde el primer mundo allí, sobre todo desde Europa y Estados Unidos.

A lo largo de los años no más del 10% del plástico producido se ha reciclado alguna vez. El coste del plástico nuevo es tan barato que reciclar el viejo no es justificable económicamente; y esto, según Laura Sullivan se sabía desde 1973, y es válido también para hoy día y para el medio plazo.

Por lo que la única respuesta al problema del plástico no puede ser el reciclaje, debemos contener y disminuir hasta lo mínimo la producción y consumo del mismo. Y ahí tenemos mucha importancia los consumidores con nuestro poder de demanda.

Pero, tal y como se está desarrollando la industria y el sistema hace que el poder no esté en el consumidor, sino en que los productos que deben revelar el impacto que tienen sobre el medio ambiente, para que así el consumidor pueda elegir con libertad y conciencia.

Como indica un directivo de Greenpeace “hemos sido muy ingenuos y optimistas con las posibilidades y potencial del reciclaje”. Creímos en el mito, de que el reciclaje solucionaría el problema, por lo que no deberíamos preocuparnos por la cantidad de plásticos qué consumimos ni la cantidad que se produce.

Pero la realidad es que 8 millones de residuos plásticos acaban en el océano cada año.


El plan B de las industrias petroleras y de gas es el plástico de un solo uso, debido a que los carburantes tienen su tiempo agotado por su presión medioambiental. Motivo por el cual, van a apostar por el negocio del plástico, sobre todo el de un solo uso.

No quiero avanzar en la disertación sin explicar claramente qué son los microplásticos y su repercusión sobre el medioambiente. Los microplásticos son fragmentos inferiores a 5 milímetros que pueden provenir de la rotura de otros plásticos mas grandes o que sean fabricados directamente; así, como las microesferas presentes en los productos de higiene y limpieza, como exfoliántes, pastas de dientes o detergentes. Cada bote de 100 ml puede contener entre 300.000 y 2,8 millones de diminutas bolitas de microplástico. Estos llegan al mar a través del desagüe, dado que, al ser tan pequeños, no son atrapados por los filtros de las depuradoras. Los animales marinos los ingieren y así entran en la cadena alimentaria, hasta que terminan en nuestra mesa. Por lo que además de afectar a los propios peces provocando bloqueos gastrointestinales, alteraciones en los patrones de alimentación y en su reproducción, también terminan afectándonos a nosotros a través de la ingesta de los mismos.

Dado que considerar el reciclaje como la solución ideal al problema del plástico es una mera fantasía, debemos tomar nota de ello y actuar en consecuencia. Hemos visto que el desarrollo de las técnicas de reciclaje, para la mayoría de los residuos plásticos, no están desarrolladas como para que se cree una industria en torno a ellas que provoque, de veras, una economía circular total, dado que no son rentables. Y además los niveles de consumo de plásticos actuales son insostenibles, como he expuesto anteriormente. La solución evidentemente debe provenir por la reducción del consumo de plástico. Nos han mentido conforme a su efectividad y eficiencia; y nos han ido generando una dependencia al plástico que hace que sea difícil no encontrar productos que no lo contengan.

Que duda cabe que a estas altura del partido, estamos, o nos tienen, muy enganchados al consumo de plástico, somos muy dependientes de él, y reducir su uso parece muy difícil, o casi imposible. Pero lo imposible se puede hacer posible con voluntad e imaginación. A modo de ejemplo, les voy a exponer las acciones a desarrollar a las que nos invita la ONG Greenpeace, desde dos puntos de vista; por un lado, mediante acciones político/gubernamentales, entre las que podríamos destacar:

- Legislar para que se reduzca la cantidad de plástico que se pone en circulación.
- Aportar por la reutilización y prohibir los plásticos de un solo uso.
- Fomentar medidas basadas en la economía circular.
- Prohibir el uso de microesferas de plástico.
- Fomentar el I+D y la implementación de alternativas al uso de plásticos.

Y, por otro lado, desde un punto de vista ciudadano/individual:

- Cambiar las bolsas de plástico por otras reutilizables, carros o cestas.
- No usar vasos, platos o cubiertos de plástico.
- Comprar la comida a granel, evitando envoltorios y bandejas.
- Cambiar los tapers de plástico por otros de vidrio o acero inoxidable.
- Evitar el uso de cosméticos que tengan microesferas en su composición.
- Beber agua del grifo y no la embotellada.
- Elegir envases retornables para las bebidas, com el vidrio, en vez del brick o botellas de plástico.
- No utilizar biberones de plástico, dado que a la vez no estamos exponiendo a nuestro bebes al plástico, dado que, al chuparlo pueden desprenderse partículas del mismo.
- Comprar juguetes de madera, tela o metálicos, evitando los de plástico.
- No utilizar maquinillas de afeitar desechables.
- Intentar consumir productos de higiene que su envase no sea de plástico y que no contengan microesfereas de plástico en su composición.
- Evitar productos de limpieza envasados en plásticos.
- Los productos de plásticos que tengamos, o los que aun no podamos evitar su consumo, debemos reutilizarlos todo lo que podamos en la medida de lo posible, y después, como última instancia tirarlos al contenedor correspondiente.
- Calcular cuanto plástico utilizamos.
- Cambiar los hábitos de consumo de usar y tirar.

Indudablemente son ideas interesantes, las primeras vistas desde un punto de vista macro y, las segundas, desde un punto de vista micro. Las he expuesto aquí para que nos sirva de ayuda y de punto de partida en nuestro viaje a un mundo nuevo, en el que , aunque no estemos exentos de plásticos, si se reduzca su consumo a la más mínima expresión. 

Por ello, abajo, a través de los comentarios del artículo, les invito a aportar ideas e información, que podríamos llevar a cabo todos para reducir el consumo de plástico, lugares donde vendan productos no envasados en plástico, páginas web que nos ayuden, etc. Así como experiencias propias al respecto.




domingo, 9 de mayo de 2021

Vacunas Covid Liberalización Patentes

La luz se ve al final del túnel, después de un año y pico de pandemia parece que poco a poco va subiendo el porcentaje de población inmune, sobre todo motivado por que el numero de vacunados va siendo cada vez mayor. En España mientras escribo estas letras, ya se está empezando a vacunar el tramo de población que va de los 50 a los 60 años de edad, siendo nuestro país de los que encabezan el ranking europeo. 

https://datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus-vacuna

Pero si observamos el cuadro adjunto vemos que no todos los países tienen la misma suerte; motivado sobre todo por que no les llegan las vacunas. Se están distribuyendo en los países con mayor poder económico. Pero un problema global, no se puede solucionar  de manera individual. Y la pandemia del Covid es un problema global. Como bien nos recuerda Rafael Vilasanjuan, director de Análisis y Desarrollo Global del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en un artículo para el Instituto Elcano ,“la epidemia puede hacerse endémica en los países sin vacuna, lo que generaría un reservorio del virus, que podría retornar inmediatamente una vez hubiera mutado”, y ello implica que la lucha contra el Covid se convertiría en un bucle indefinido en el tiempo.

Nos encontramos actualmente con que un 16% de la población mundial acapara el 60% de las vacunas COVID. Esa desigualdad es un fuerte impedimento no solo en la erradicación del virus, sino también en la lucha para mermar al mismo. 

Recordemos que para lograr, la llamada inmunidad de rebaño, en un mundo tan globalizado como el nuestro es necesario alcanzar, ni mas ni menos que, un mínimo de un 70% de la población vacunada, pero no sólo a escala nacional, si no mundial. Por ello son necesarios mecanismos para que los países que no están teniendo acceso a las vacunas, que son sobre todo países pobres del tercer mundo, puedan hacerlo de la misma forma que lo hacen los países más desarrollados. En este aspecto juega un papel fundamental la liberalización de patentes y la concesión de licencias obligatorias. Ayudaría, sin duda, a poder tener de forma global una mayor capacidad de producción de vacunas y a precios más asequibles. Siendo esta la solución más eficaz y factible, según diferentes organizaciones sanitarias internacionales, tanto gubernamentales, como no gubernamentales. Según Fernando Lamata, de la Asociación para el Acceso Justo a los Medicamentos (AAJM), ex Consejero de Salud de Castilla La Mancha y ex alto cargo de Ministerio de Sanidad, de aplicarse, se podía pasar de producir 12 millones de dosis al día a 60 millones.

Actualmente, en los países ricos se vacuna de media a una persona cada 10 segundos, mientras que en los pobres apenas el 10% de la población podrá recibirla este año, según Vanesa López de la ONG “Salud por Derecho”. Lo cual nos manifiesta el gran problema al que nos enfrentamos.

El problema, que plantean los que se posicionan en contra de la liberalización como la solución al problema, por un lado, es que no habría capacidad, en ningún aspecto, para que terceros fabricaran la vacuna, aunque se liberalizasen las patentes. Este argumento se cae por su propio peso, cuando por ejemplo, dos países con una fortísima capacidad de producción de vacunas como India y Sudáfrica, se están ofreciendo para ello a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además de que es plausible, en países como, por ejemplo, España, que se habiliten fabricas de otro tipo de medicamentos y de vacunas para animales para que la fabriquen. Y por otro lado, esgrimen que es un obstáculo para la innovación e investigación contra futuras enfermedades; según declaraciones a la CNBC de las farmacéuticas que las han desarrollado actualmente.

Habría que recordarles a estas farmacéuticas, de las que más adelante detallaré sus cifras económicas, dos cosas importantes: por un lado, que las primeras fases de las investigaciones de la gran mayoría de los medicamentos y vacunas son realizadas en instituciones públicas, financiadas con dinero público, y que cuando se ha comprobado que el medicamento es prometedor, éstas montan una empresa que termina siendo comprada por algunas de las grandes empresas farmacéuticas, es decir ellas, estableciendo precios desorbitados al producto final. Y por otro lado, en concreto para que se pudiera desarrollar en tiempo récord de menos de un año, cuando el tiempo medio va de los 5 a los 10 años, esta vacuna contra el COVID se les han inyectado una cantidad desorbitada de dinero público por parte de los gobiernos, en concreto 10.000 millones de euros, según Médicos Sin Fronteras, cubriendo así en muchos casos el presupuesto de inversión del proyecto de inversión.

Según la revista Airfinity, la inversión total está siendo de 13.900 millones de dólares, de ellos 8.600 millones han sido sufragados por los gobiernos, 1.900 millones por organizaciones sin ánimo de lucro (Fundación Bill y Melinda Gates, etc.) y por las propias empresas 3.400 millones de dólares, gran parte obtenidos por financiación externa.

Por lo que es razonable que se compartan los derechos de propiedad intelectual sobre las patentes, sobre todo ante el caso de lucha contra al COVID al que nos enfrentamos.

Observemos las cifras financieras de las farmacéuticas propietarias de las licencias de las vacunas más comercializadas (Fuente investing.com y Airfinity)






A continuación les expongo el cuadro realizado por la BBC sobre la financiación de las vacunas en base a los datos recogidos en la página Airfinity. Publicó un primer cuadro (izquierda), que posteriormente rectifico (derecha). Como el llegar a las fuentes y obtener la información es un trabajo arduo y difícil, el que existan disparidad de datos no hace que obviemos el primer cuadro, por eso lo he querido remarcar aquí. 



Además como podemos observar, aun en el segundo cuadro, la financiación publica y de organizaciones sin ánimo de lucro es muy importante. Los datos pueden variar de una fuente a otra, y a otra, pero la realidad reflejada es que el porcentaje de financiación publica ha sido enorme y muchos de los casos mayoritario.

Por todo lo cual, dado que el problema con el que estamos luchando es tan grave, y la mejor herramienta, que es la vacunación, necesitaría llegar a cuanta más población mundial y más rápido posible, para poder atajar de una vez el virus, y que esta crisis sanitaria y económica no se extienda más en el tiempo, la solución más eficaz para ello sería la liberalización de patentes, como ya hemos reflejado.

Este mecanismo ya se ha aplicado anteriormente con otros medicamentos e instrumental sanitario, como el Puritan Benet 560, que es un ventilador de respiración artificial para tratar entre otros, a los enfermos de COVID, en este caso la propia compañía renunció a la patente. En Brasil, Ecuador, Malasia o Taiwan los gobiernos han concedido licencias obligatorias para fabricar medicamentos que tratan el SIDA, la hepatitis C o la gripe aviar. Por otro lado el inmunólogo Manuel Elkin Patarroyo desarrolló la vacuna contra la malaria y cedió su patente a la OMS.

Según Javier Fernandez-Lasquetty, abogado experto en patentes, la posibilidad de expropiación de patentes y la concesión de licencias obligatorias por motivos de primordial importancia para la salud pública, está recogido en la Ley de Patentes española. Por lo que, según argumentan los expertos no habría problemas legales para realizarse.

Los problemas a los que se enfrenta actualmente son de tipo político, más que sanitario o legal. De existir la voluntad política de realizarse es indudable que así ocurriría. Por ejemplo la Organización mundial del Consumo (OMC) necesita que sea aprobado por mayoría y la Organización Mundial de la Salud (OMS por unanimidad.

Pero, parece ser que las reticencias que existían en este ámbito político se están haciendo más débiles, tras el apoyo del Presidente de los Estados Unidos Joe Biden y del Director de la OMS Tecnos Adharon. Que han hecho sendas declaraciones a favor, al respecto de la liberalización de las patentes. El director de la OMS ha declarado que “es el momento de usar todas las herramientas que tengamos para aumentar la producción, lo que incluye las transferencias de licencias y la exención de los derechos de propiedad intelectual. Es ahora o nunca, dado que es grotesca la desigualdad en el acceso a las vacunas”. 

Aunque parezca que vamos en buen camino, no hay que parar de pedir que se lleve a cabo la liberalización de patentes y que las vacunas lleguen a todo el mundo, luchamos contra un fuerte poder como es el poder económico de las grandes farmacéuticas, y que se logrará sólo con voluntad política. Poder económico frente a voluntad política, ¿quién ganará?. Esperemos que, aunque no corren buenos tiempos para la lírica, gane la humanidad.

sábado, 27 de marzo de 2021

Piketty y la desigualdad



Thomas Piketty se ha convertido en uno de los economistas más renombrados del siglo XXI, estando pendiente de ser el más influyente, aunque, que duda cabe, va camino de ello, como ya lo fue Sir John M. Keynes en el siglo XX. No sería mal asunto que Piketty fuera el Keynes de nuestro tiempo y que sus tesis influyeran tanto como lo hicieron las del señor Keynes en el siglo pasado, cuyo legado ha llegado hasta nuestros días. Dado que no hay nada mejor para que una teoría perdure en el tiempo, cómo que se constante empíricamente el acierto de sus tesis.


Piketty, nacido en Cluchy (Francia) en 1971, es un economista francés, que con sus dos últimas obras “El Capital del siglo XXI” (2014) y “Capital e Ideología” (2019) ha revolucionado el panorama académico, profesional y político de la economía; poniendo de nuevo en el centro del debate la desigualdad. Actualmente es director de Investigación en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS), profesor en la Paris School of Economics, de la que ha sido director, y codirector de la World Inequality Database. Con tan solo 23 años se doctoró en economía en la prestigiosa London School of Economics (LSE), llegando a ser profesor de ésta institución y de la, no menos prestigiosa, Massachusetts Institute of Tecnology (MIT).


El centro de su estudio versa sobre la desigualdad y redistribución de la renta, realizando sus tesis en base a datos de series históricas, con las cifras obtenidas de los Impuestos de la Renta, del Patrimonio y de Sucesiones y Donaciones desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, de los principales países europeos y de los Estados Unidos, destacando entre sus colaboradores más cercanos los prestigiosos economistas Anthony Atkinson y Emmanuel Sáez. Utilizando esos datos obtenidos durante 15 años de investigaciones dedicadas al estudio de la dinámica histórica de los ingresos y la riqueza.


Mediante éste, y otros artículos, quiero hacerles llegar la teoría del señor Piketty, la cual, está elaborada de forma científica y empírica, tomando como fuente los datos obtenidos de los impuestos y de la base de datos World Top Incomes Database. Ante las cifras, datos amplios y rigurosos, no cabe ninguna interpretación subjetiva.


Piketty enfoca la distribución de la riqueza considerándola como una de las cuestiones más controvertidas, debatidas e importantes de nuestra actualidad. Pero a la vez nos recuerda que no sólo es una cuestión de actualidad ahora, sino que lo ha sido siempre. Por lo que él sería uno de los últimos en estudiar ésta materia. Teniendo como antecedentes en el estudio de la desigualdad, su evolución y sus soluciones a dos ramas de estudio diferenciadas en el tiempo: una del siglo XIX y otra del siglo XX. 


La rama del siglo XIX, en la que englobamos las teorías de Thomas Malthus, David Ricardo y Carlos Marx, entre otras por su peso influencial. Malthus (1766-1834) entendía que el problema radicaba en la superpoblación que padecía su época por el crecimiento demográfico, que estaba provocando una bajada de los salarios agrícolas e incremento de las rentas de la tierra, siendo éste el germen de la impopularidad de la aristocracia. Planteando como soluciones destacables al problema la implantación de políticas de control de natalidad y el establecimiento de una doble cámara de representantes (una para ricos y otra para pobres). David Ricardo (1792-1823), influenciado por Malthus, fue mas lejos en su análisis, indicando que la solución giraba entorno al establecimiento de un impuesto con una tasa impositiva más alta sobre la renta del suelo. Karl Marx (1818-1883) planteaba que “la dinámica de la acumulación de capital privado lleva inevitablemente a la concentración de la riqueza y el poder en unas pocas manos, llevando a una revolución de las clases más humildes que logre acabar con esta situación”.


La rama del siglo XX, nos la inicia el señor Piketty hablando del señor Kuznets y, posteriormente del señor Solow, nos indica que fueron los primeros economistas en tener acceso y utilizar bases de datos contrastables, a diferencia de Ricardo y Marx. Simon Kuznets (1901-1985) teorizó con que bastaba ser paciente y esperar para ver que el desarrollo terminaba beneficiando a todos; para él la desigualdad se iría disminuyendo conforme el sistema capitalista fuera avanzando y actuando de forma libre y sin interferencia externa. Aunque empírica su tesis no tuvo en cuenta que la reducción de la desigualdad de la primera mitad del siglo XX fue producto de las dos Guerras Mundiales, del New Deal y de las políticas keynesianas, y no de la actuación del capitalismo. Robert Solow (1924-) desarrollaba la “Teoría del sendero del crecimiento equilibrado”, la cual básicamente nos indica que el crecimiento económico sigue una trayectoria igual en todas las magnitudes: producción, ingresos, beneficios, sueldos, etc…, creciendo al mismo ritmo, sacando cada grupo social provecho de ello en igual proporción”, es decir, el trabajador sacará provecho del crecimiento económico, a través de los ingresos del trabajo, en la misma proporción y con la menor diferencia, que el propietario de la empresa de los beneficios del capital.


Lo interesante de estas dos ramas es que los economistas del siglo XIX, con tan escaso material estadístico, aunque erraran en sus predicciones apocalípticas, si acertaron en la formulación de sus preguntas, en poner en el centro del debate la Desigualdad. La cual era tan importante en su época, hace más de 150 años, como lo sigue siendo ahora. Mientras que las teorías de Kuznets y Solow, son mas que discutibles y no son demostrables empíricamente, si utilizamos datos lo suficientemente amplios y teniendo en cuenta las circunstancias políticas y económicas de la época de cada dato.


Por eso Piketty remarca que la respuesta se haya en base al estudio empírico de los datos y series económicas, debiendo ser lo más diversa y amplia posible, para lograr conseguir las tesis más certeras, que no puedan ser rebatidas por ideologías políticas o económicas, dado que no hay nada más certero que los números. Así nos recomienda que para hacer el análisis de un concepto o teoría, en este caso la desigualdad, valiendo esta recomendación para el resto de casos, debemos obviar los prejuicios o ideas preconcebidas y dejarnos llevar sólo y únicamente por los datos estadísticos, históricos y empíricos, huyendo de cualquier aversión o animadversión del individuo sobre el resultado, aceptándolo aunque no nos guste la tesis resultante. Desde luego que no es una tarea fácil, pero si la única de poder acercarnos a la verdad de las cosas.


Entrando en materia del estudio de la desigualdad, Piketty nos remarca que no sólo nos tenemos que interesar por la desigualdad en sí, sino que también por los niveles, el origen y la estructura evolutiva de la misma, junto con sus justificaciones y causas económicas, morales, sociales y políticas. Usando, como ya he mencionado, una amplia y profunda base de datos, las primeras tesis de forma global que extrae de los mismos son: primero, que la historia de la distribución de la riqueza es profundamente política y no se puede resumir sólo en mecanismos económicos; y segundo, que no existe ninguna manera de evitar permanentemente las tendencias desigualitarias y sus tendencias hacia la convergencia o la divergencia. Es decir, hay factores y mecanismos que provocan que la desigualdad aumente o disminuya, pero estos movimientos nos son perpetuos, por lo que unas veces se va convergiendo y otras divergiendo. Pero siempre existirá desigualdad, mayor o menor, estando en manos de la sociedad lograr sólo que se apliquen las políticas que disminuyan la desigualdad lo máximo posible.


Así, la principal fuerza de divergencia sobre la que nos habla es la que llama, “acumulación y distribución desigual de la riqueza”. Es decir, y aquí va a ser una de las pocas veces que introduzca fórmulas matemáticas para transmitirles la teoría de Piketty, el factor principal de incremento de la desigualdad, que considera, es que los rendimientos del capital sean superiores al crecimiento de la economía.  La famosa fórmula de Piketty: r>g. Es decir, que las tasas de crecimiento de los intereses del rendimiento del capital sean superiores a las tasas de crecimiento de la economía en su conjunto. Dicho de otra forma, espero, aún más sencilla, que los beneficios o rentas que obtienen los propietarios del capital cada año, sea superior a la tasa de crecimiento de la economía, por ejemplo, el PIB.


Por ello, aparte de una inversión formativa universal por parte de los Estados, también plantea como factor convergente, es decir, que luche contra la desigualdad y corrija que r>g, el establecimiento de un “Impuesto Progresivo Mundial sobre el Capital”. Esto ya se ha sido realizado, en cierta forma, en el pasado con un gran éxito y no precisamente en un país de corte comunista, como veremos más adelante.


Pero todo esto lo vamos a desarrollar a continuación, estos han sido unos breves retazos de la teoría de Piketty, pero debemos profundizar en ella para ver lo reveladora que es, y en cuantas cosas nos va a sorprender.


Comúnmente, los tipos de ingresos que existen en una sociedad los podemos clasificar en: ingresos del trabajo (salarios), rendimientos del capital o ingresos del capital y la propiedad del capital. Por lo que la desigualdad en una sociedad surge por la suma de tres factores: desigualdad en los salarios, desigualdad en los ingresos del capital y desigualdad en la propiedad del capital. Pues bien, el estudio de Piketty, para empezar, nos revela que en todas las épocas siempre se cumple una regla: “La desigualdad respecto al capital es mayor que respecto al trabajo”.


Si la sociedad la dividimos en estratos, o jerarquías o clases, como las queramos llamar, para poder así compararlas unas con otras y observar las diferencias, es decir la desigualdad, la podemos dividir en tres estratos: clase inferior que engloba al 50% más bajo, clase media que engloba el 40% siguiente superior y la clase superior que engloba el 10% más rico de la población, pudiendo hasta dentro de este 10% separar al 1% o al 0,1% que serían los super ricos.


Pues bien, una vez definidos los estratos sociales nos encontramos actualmente que de media mundial: los del estrato del 10% con ingresos más elevados reciben entre un 25 y un 30% del total de ingresos del trabajo; y que, el 10% poseedores de las cantidades de capital más elevados posee entre un 50% y un 90% del total del capital mundial. Evidenciando que la desigualdad del capital es mayor a la de respecto del trabajo.


Si nos centramos en la desigualdad de los ingresos del trabajo, Piketty nos recuerda que aunque menores que la del capital deben ser tenidos en cuenta porque suponen entre un 66 y un 75% del ingreso nacional y porque las diferentes desigualdades de los ingresos del trabajo entre países son muy sustanciales, además de que aunque comparada con la del capital es pequeña, eso no quiere decir que la de los salarios no sea importante. 


Si observamos históricamente la evolución de los datos vemos que los países más igualitarios, o menos desiguales, son los escandinavos de las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, en el que el 10% mejor pagados reciben el 20% de los ingresos del trabajo; y los 50% peor pagado reciben el 35% de los ingresos salariales. Los que han tenido una mediana igualdad son los países europeos de la actualidad, en los que el 10% mejor recibe el 30% de los salarios y el 50% peor el 30% de los salarios. Y los que son más desigualitarios respecto al salario son los Estados Unidos de la primera década del siglo XXI, en el que el 10% mejor pagado recibe el 35% de la masa salarial total y el 50% peor recibe el 25% de la masa salarial.


La desigualdad respecto del capital, la cual vemos que es superior a la de los salarios sin desmerecer a ésta, debido que la del capital es tan grande que hace que la de los salarios parezca pequeña por muy grande que también sea ésta. Observando los datos vemos que los países más igualitarios en riqueza han sido los escandinavos de las décadas de los 70 y 80, en los cuales el 10% de patrimonios más elevado poseía el 50% de la riqueza nacional, mientras que el 50 % más pobre poseía el 10% de la riqueza nacional.


Por lo que observamos que la desigualdad patrimonial en los países escandinavos de los 70, que son los más igualitarios patrimonialmente, es más fuerte que la desigualdad de salarios de los Estados Unidos de principios del siglo XXI, que es el ejemplo de país más desigual.


Observamos que la desigualdad del capital entre los de arriba y los de abajo es extrema y superior a la de los salarios, aunque ésta  exista en los dos ámbitos. De todas formas los datos nos reflejan que no ha existido ninguna sociedad que haya tenido una distribución patrimonial que pudiese considerarse débilmente desigualitaria. Para que pudiésemos considerarlo así, ese país debería tener el 50% inferior de la escala poseyendo al menos un 20 o un 25% del patrimonio total. 


La desigualdad patrimonial es tan extrema que existe hasta dentro de ese tramo más alto del 10% más rico. En el que el 1% superior tiene un patrimonio medio de 5 millones de euros y el 9% más bajo posee un patrimonio medio de 800.000 euros.


Observando la evolución del capital nos encontramos con que la situación antes de la I Guerra Mundial es diferente a la existente hoy día. En el sentido de que debido a la las dos guerras mundiales, las políticas económicas de las postguerra, la crisis económica del Crack del 29 y las políticas económicas de corte keynesiano que se aplicaron, conllevaron al hito histórico de la creación de una clase media patrimonial. Pasemos a verlo con los datos: 


De 1900 a 1910, la llamada Belle Epoque, en los países europeos la concentración de capital era aún más extrema que la de hoy día siendo sus datos:


10% más rico poseía el 90% del patrimonio nacional.

40% medio tenía el 5% del patrimonio nacional.

50% más pobre poseía el 5% o menos del patrimonio nacional.


Por los que observamos que no existía clase media, el 40% medio era igual de pobre que el 50% más pobre. Pero hoy día sin embrago, aunque sigue existiendo una alta concentración de la riqueza y desigualdad, la situación es:


10% superior posee el 60% (Unión Europea) o el 70% (EEUU).

40% medio posee el 33% de la riqueza o patrimonio nacional.

50% inferior apenas llega al 5% del total patrimonial, al igual que en 1910.


Por lo que extraemos dos conclusiones, por un lado, constatamos la aparición histórica de una clase media patrimonial, y por el otro, vemos que la situación del 50% más pobre de la sociedad sigue siendo la misma que hace 100 años. Además, si consideramos que la clase media tiene una población 4 veces superior al de la clase alta o la del 10% superior, pero su riqueza es de entre 2 o 3 veces inferior, vemos que la desigualdad no ha dejado de existir, si comparamos cada uno de los tramos con el resto, aunque haya aparecido esta clase media patrimonial. 


Considerando el Ingreso Nacional como la suma de los ingresos del trabajo y del capital de los residentes en ese país. Piketty nos indica que la barrera o límite a partir del cual surgen revoluciones y revueltas está en que el 10% más rico posea el 50% del ingreso nacional. Históricamente, según los datos de los últimos estudios, nunca se ha rebasado ese límite, salvo en vísperas de la Revolución Francesa. Para que las cifras de porcentajes tan altos de desigualdad se mantengan en el tiempo en una sociedad, Piketty lo achaca a dos factores: la existencia de un buen aparato represivo del poder político y económico; y a la existencia de un buen aparato propagandístico de justificación de la situación y el sistema.


Las previsiones para los EEUU en el año 2030, según los últimos estudios, nos trasladan que el 10% superior alcanzará a tener el 60% de los ingresos nacionales.


En resumen, nos encontramos con dos sociedades diferentes en el tiempo histórico, que alcanzan un alto grado de desigualdad, prominentemente cada una en una de las dos vías: la sociedad del antiguo régimen hasta la I Guerra Mundial a través de una fuerte desigualdad del capital; y los EEUU de principios del siglo XXI, por la vía de los salarios, con las fuerte remuneraciones de los superjecutivos, que agrupan una parte importante de los ingresos nacionales, pero suponen una parte ínfima de la población.

 

Además de que las reducciones de la desigualdad se han debido a factures tanto políticos como económicos. Entre los primeros tenemos las dos Guerras Mundiales y la destrucción de capital que supuso, ya fuera en bienes inmuebles como propiedades, valores, bonos, deuda etc.; y entre los segundos, estarían las políticas económicas para reflotar las economías y las sociedades en las postguerras y las políticas para hacer frente a la crisis derivada del Crack del 29, la llamada Gran Depresión, como el New Deal, políticas de corte keynesiano, etc. (que explicaré más adelante). 


Es decir, para poder afrontar las crisis emplearon políticas keynesianas, de incremento del gasto público y se consiguió una reducción de la desigualdad durante los 30 maravillosos, del 1950 al 1980, época en que se impusieron las políticas neoliberales, que hicieron que incrementara la desigualdad; y en el siglo XXI, la crisis del 2008, provocada por esas políticas neoconservadoras, de liberalización de mercados, bajadas de impuestos a los más ricos, etc…, se intentó hacer frente con más políticas neoliberales y de austeridad del gasto público, que provocaron que la crisis durara hasta nuestros días, once años, y además creciendo exponencialmente la desigualdad, destrozando los derechos de los trabajadores y obteniendo, por primera vez, una generación que, aunque mejor preparada, vivirá en peores condiciones que las de sus padres.


Llegados a este punto, me gustaría recordar los que expresa Piketty al respecto: “La desigualdad socioeconómica y la desigualdad de ingresos y fortunas entre grupos sociales son siempre tanto causas como consecuencias de los demás hechos en las otras esferas: todas las dimensiones siempre están indisolublemente vinculadas unas con otras. Por ello, la historia de la distribución de la riqueza constituye en todas las épocas una verdadera guía para interpretar la historia general de un país.”


Si seguimos observando las gráficas nos encontramos con que la evoluciones de la desigualdad en los EEUU y los países Europeos han seguido trayectorias que en ciertos aspectos nos sorprenden, porque rompen con ciertos mitos o ideas preconcebidas. 


Por el lado de la desigualdad en los ingresos; por un lado, observamos que la sociedad estadounidense de principios del siglo XX era mucho más igualitaria que la sociedad europea de esa misma época. Y que su evolución fue trastocada a lo largo de los años hasta nuestros días, invirtiéndose los papeles. Debido, en un primer lugar por las guerras mundiales y la Gran Depresión, que hizo que se aplicaran las políticas del New Deal, de corte keynesiano, y luego a partir de los 40 a cambios estructurales con la aparición de un sistema tributario moderno y progresivo, el cual fue destruido en los años 70, en los que se impusieron las políticas de corte neoliberal, en el que redujeron la intervención del estado y los impuestos a las clases más altas, provocando el incremento de la desigualdad que observamos a partir de esas fechas hasta nuestros días.


Por los que el sentimiento que tenemos hoy día de que Europa siempre ha sido mas igualitaria que los Estados Unidos, es falso. Los Estados Unidos de principios del siglo XX sin ser una sociedad igualitaria, era muchísimo menos desigual que la europea de la misma época; en aquellos años del 1900 al 1910 se veía a los Estados Unidos como la sociedad las oportunidades. Tan arraigado estaba ese concepto que cuando empiezan a aparecer las grandes fortunas de los Rockefeller, J.P. Morgan, los Carnegies, surgió una corriente de pensamiento, poniendo el acento en el futuro del país y el miedo a que dejara de ser la tierra de las oportunidades, sobre todo cuando observaban a los vecinos europeos y la situación de extrema desigualdad de soportaban. Ello explica la aparición de la década de los 20 y 30 de una tributación progresiva sobre las sucesiones, así como sobre los ingresos considerados excesivos. 


Ahora voy a desarrollar las causas por las que Piketty nos argumenta, tanto para Europa como para los EEUU, porque la desigualdad patrimonial de antes de la I Guerra Mundial no se volvió a reconstituir  y es debido a la conjunción de varios factores:

  • Destrucción de gran cantidad de los patrimonios como consecuencia de las dos guerras mundiales, por lo que éstos quedaron bastante menguados. Además de nacionalización de fábricas, establecimiento del impuesto excepcional de Solidaridad Nacional que gravó a los patrimonios más elevados con un 20%.
  • El tiempo. Las grandes fortunas existentes antes de 1914 eran el resultado de una fuerte acumulación de capital durante centenares de años, favorecidos por unas tasas de rendimiento del capital superior a las tasa de crecimiento de la economía, el ya famoso r>g. Así que hubo que esperar hasta 2010 para que se aproximaran a niveles relativamente cercanos a los de 1914.
  • Cambios estructurales partir de 1945. Cuya consecuencia más importante es la aparición de una clase media patrimonial. Siendo los cambios más importantes:

1) Aparición de una tributación significativa sobre el capital y sus ingresos, es decir, un Sistema Tributario moderno. Hasta la I Guerra Mundial en casi todos los países no existían impuestos sobre los ingresos del capital o sobre los beneficios de las empresas. Y en los raros casos en los que existían, eran con tipos impositivos muy bajos. Por ello se acumulaban y transmitían fortunas, pudiendo vivir de los beneficios que ellos producían. Así a los largo del siglo XX aparecieron diferentes figuras impositivas con tipos impositivos apreciables sobre dividendos, intereses, beneficios y rentas; lo cual supuso un gran cambio.


Antes de 1914 el tipo impositivo, en caso de existir, era de como máximo un 0,5%, a partir del 1945 pasó a ser del 30%, por lo menos hasta 1980, en que las políticas al respecto cambiaron radicalmente. Si vemos las tablas, observamos que la reducción de la desigualdad patrimonial en ese intervalo de tiempo fue espectacular, aunque no suficiente


2) Impuestos Progresivos. Este nuevo sistema tributario implantado, contemplaba unos tipos impositivos progresivos, en los que más tenían más pagaban; ello implica una mayor redistribución de la riqueza.


Lo que si podemos concluir al respecto, de manera clara y contundente, es que es totalmente ilusorio pensar que en la estructura de crecimiento moderno o en las leyes de la economía de mercado, existen fuerzas de convergencia que conduzcan de forma natural a una reducción de la desigualdad patrimonial, o a una pacífica estabilidad. La historia nos está demostrando que es todo lo contrario.


En resumen, las series históricas nos transmiten que:

  • La importancia del capital hoy día no es muy diferente de los siglos XVIII y XIX. Sólo ha cambiado su forma pasando de capital rural a industrial, inmobiliario y financiero.
  • La concentración del capital sigue siendo muy elevada, aunque menos extrema que hace 100 años o anteriores.
  • Aunque la mitad mas pobre no tiene casi nada, ha surgido una clase media patrimonial que posee entre el 25 y el 33% de la riqueza total. Cuando el 10% más rico pasa a poseer el 66%, cuando antes poseía el 90% de la riqueza.
  • r > g, hemos visto que explica la acumulación de la riqueza sufrida en siglos precedentes.

Además hemos constatado históricamente, que con mayor incidencia los factores que conllevan al aumento de la desigualdad son la acumulación del capital, la bajada de impuestos, la no intervención de Estado y el libre mercado; mientras que los factores que inciden en la reducción de la desigualdad son la implantación de un sistema tributario progresivo moderno, la existencia de mercados no totalmente libres, sino con la aplicaciones de cierta regulaciones o marco normativo, sobre todo el de capitales, y la existencia de un Estado supervisor. 


Hasta aquí Piketty nos ha revelado, poniendo luz sobre las sombras, las explicaciones de la existencia de la desigualdad, su doble naturaleza y su evolución. Observando en su evolución cuales son los factores que han provocado que aumentase y cuales son los que han provocado que disminuyese. Aprendiendo de todo ello y tomándolo como base experimental, entiende que la solución conjunta para la reducción de la desigualdad actual, la que padecemos hoy día, pasa por la reinterpretación del estado del bienestar, lo que el llama el “Estado Social para el siglo XXI”.


Dicho Estado Social pasaría por la implantación de los siguientes puntos: implantación de un Impuesto Mundial Progresivo sobre el Capital, incrementar el papel del Estado en la economía, establecimiento de un sistema de redistribución estatal moderna de los ingresos, repensar el impuesto progresivo sobre el ingreso, uso eficiente de la austeridad e incrementos en los gastos en Educación e I+D.


Piketty nos desarrolla cada una de estas soluciones conclusivas:

  • Impuesto Mundial Progresivo sobre el Capital. Volviendo a los datos históricos, como ya hemos mencionado e identificado en las tablas, el autor analizando la evolución de la distribución del capital desde el siglo XVIII hasta nuestros días, nos distingue 3 etapas: una primera etapa desde el siglo XVIII hasta la I Guerra Mundial de fuerte acumulación de capital, después pasa por una época de menor desigualdad hasta la década de los 70 y 80, en la que se empiezan a recuperar los niveles de acumulación del capital hasta nuestros días, aunque sin llegar a los niveles de antes del 1914. Pero los modelos predictivos nos indican que seguirá creciendo la desigualdad, acumulándose riqueza en las parte más alta de escala. Determinando como solución principal, que frene ésta dinámica, la aplicación de un Impuesto Mundial Progresivo sobre el Capital.

Este impuesto sería un complemento a los sistemas fiscales existentes, dado que aunque su capacidad recaudatoria sería limitada, no sería esa su función principal, si serviría para:

  1. Lograr parar la espiral de incremento de la desigualdad sin fin, que padecemos actualmente.
  2. Aumentar la redistribución de la riqueza.
  3. Dotar de mayor transparencia democrática y financiera sobre las fortunas. Permitiendo tener un mayor conocimiento e información sobre el volumen de patrimonios existentes de manera global y particular. 
  4. Hacer prevalecer el interés general sobre el privado.
  5. Preservar la apertura económica y las fuerzas de la competencia.
  6. Servir de control sobre el capitalismo salvaje. 

El ejemplo de estructura impositiva del impuesto que nos plantea Piketty para que comprendamos la importancia de este impuesto es:


Patrimonios de más 5 millones de euros, tipo impositivo de un 2%.

Patrimonios de entre 1 millón y 5 millones de euros, tipo impositivo de un 1%.

Patrimonios de menos de 1 millón de euros, tipo impositivo del 0%.


Para el caso de Europa, este ejemplo de esta estructura impositiva, afectaría sólo al 2,5% de la población y recaudaría el equivalente al 2% del PIB. Por lo que, aunque no serviría como fuente de financiación importante en el Estado del Bienestar, si lograría una cantidad de recursos nada desdeñable. Es más, Piketty aboga que para el tramo más rico las tasas podrían llegar hasta un 10% o más.


Pero, que duda cabe, que la implantación de dicho impuesto sería una utopía. Pero utópico era tan bien, no hace mucho tiempo, las políticas globales de control económico, como es la Obligación de la Información Bancaria, y aunque los escollos con los que se están encontrando son enormes, se está avanzando mucho en este asunto. E igualmente en el siglo XX antes de la implantación de los impuestos sobre los ingresos y sobre el capital, igualmente se pensaba que era una ilusión peligrosa y fue fuertemente rechazada en un principio, pero después de la II Guerra Mundial no sólo se popularizó su implantación sino que se produjo un incremento brutal en los tipos impositivos para los estratos tramos superiores.

  • Incrementar el papel del Estado. Piketty nos recuerda que el papel del Estado y su peso en la economía, ha tenido una controversia, casi irreconciliable, entre partidarios de un Estado fuerte e intervencionista y los partidarios de una total ausencia y desmantelamiento del mismo. La lucha de Keynes versus Hayek. Y paralelamente, ambos bandos, mantuvieron una lucha dialéctica sobre la percepción de los mercados y su infalibilidad, y lo contrario.

Si observamos la gráfica, esta confrontación la podemos ver en dos ejemplos contrapuestos, y como ha sido su evolución. Vemos que Suecia es el país con mayor peso impositivo en el 2010, con un tipo de mas de un 50%, y los EEUU es el menor con un 30% aproximadamente. Pero en 1950 Suecia y USA tenían el mismo peso impositivo aproximadamente el 28%. A partir de esa fecha Suecia lo fue aumentando con un crecimiento tal que en 2010 se llega a situar en más del 50%; mientras que los EEUU no ha sufrido tan fuerte incremento. Consecuencia de ello, podemos observar los diferentes pesos de los Estados en uno y otro país; y los diferentes Estados del Bienestar que posee uno y otro.


La finalidad de la recaudación impositiva hasta 1910 eran cubrir las funciones del gobierno:

  • Mantenimiento del orden.
  • Velar por el Derecho de la propiedad.
  • Gastos Militares.

Es decir, mantener la Policía, Justicia, Ejército y Administración General; pero no mucho más. No se financiaba ninguna función más. Siendo la mayor partida para los gastos militares; los cuales representaban entre un 2 y un 3% del IN. Hoy en día el de USA es del 4% y el de los países del golfo de un 10%. Educación y salud representaban un ínfimo 1-2% del IN en el siglo XIX.


Las causas principales del cambio radicaron en que el Estado aumentó la intervención no sólo fijando impuestos, sino también leyes y reglas, es decir, regulando. Hasta la década de los 70 y 80 que se desreguló todo.


La consecuencia más importante de ese aumento espectacular, de lo que llama Piketty, contribuciones obligatorias, es el establecimiento del “Estado de Bienestar”, o, como lo llama el autor, “Estado Social”, a lo largo de los treinta gloriosos 1945-1970.


Así, a modo de ejemplo, vemos que a principios del siglo XXI el gasto del Estado en educación y sanidad es de entre el 15-20% del IN de media en todos los países desarrollados, aunque existiendo diferencias entre ellos. Los llamados Ingresos de Reposición y Transferencias, que no son más que: pensiones por jubilación, prestaciones por desempleo, ayudas familiares, gastos de apoyo al ingreso, etc…, tienen un peso en el IN de entre un 10-15%. Siendo las jubilaciones la que mayor proporción abarcan con un 66-75% de los Ingresos de Reposición.


Junto con el acceso a la Educación y la Salud, el Sistema de Pensiones fue la tercera revolución social del siglo XX, que permitió erradicar la pobreza absoluta en la que vivía la tercera edad hasta entonces.


La prestación por desempleo supone entre el 1-2% del IN. Y el resto de prestaciones, las llamadas “gastos al apoyo al ingreso” representan aproximadamente menos del 1% del IN, lo cual es una cuantía insignificante con respecto a otras; sin embargo, es esta la más denostada por cierta posición política y sus simpatizantes, achacándola de ser un despilfarro para que la gente no quiera trabajar y un efecto llamada para los inmigrantes.


Así, si sumamos todas las partidas sociales nos encontramos con que representan entre un 25 y un 35% del IN. Lo cual nos denota, que el establecimiento de un sistema fiscal moderno, progresivo, justo y redistributivo, financió la creación de un Estado Social o Estado del Bienestar.


Debe quedar claro, sobre todo para cierto sector político que la redistribución moderna, no supone quitarle el dinero a los ricos para dárselo a los pobres; sino que reside en financiar Servicios Públicos e Ingresos de Reposición, sobre todo en el ámbito de la Educación, la Salud y las jubilaciones , de manera más o menos igualitaria para todos. Estos ideales que fundamentan este Estado del Bienestar vienen encuadrados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y tuvieron que pasar 170 años para que se llegaran a aplicar.


Actualmente, afortunadamente, nos encontramos con un consenso sobre lo que llamamos “Modelo Social Europeo”, en el que los derechos a la educación, la salud y la jubilación, son derechos fundamentales. Y a nadie se le pasa por la cabeza que el Estado volviese a recaudar solo del 10 al 20% del IN y que el Estado volviera a tener sólo las funciones que tenía en el siglo XIX, que eran mínimas.


Pero, por el contrario, ninguna corriente política o social respalda que el Estado retornase a tasas de recaudación  del 70-80% para los tramos más altos de la jerarquía social, como se hizo en el tramo de 1930-1980.


Por ello no hay que olvidar que lo ideal es un sistema impositivo transparente, eficaz y aceptado por todos; y que esos recursos que obtenga los emplee el Estado en educación, salud, cultura, energía limpia, desarrollo sostenible, seguridad social, etc. Como bien dice el autor: “El impuesto no es bueno ni malo en si, todo depende de lo que se hace con él.


Lo que si debemos tener en cuenta, porque la historia nos lo ha enseñado, es que los incrementos  impositivos tan fuertes, como el que plantea Piketty, deben de realizarse en épocas de fuerte crecimiento económico, debiendo ser realizado poco a poco desde épocas de menor crecimiento; además de que el tamaño del peso del Estado debe ser controlado, siendo acordes con las necesidades sociales que se estén viviendo en cada época.

  • Incrementos de los gastos del Estado en Educación, formación e I+D. De tal forma que provoque que el principal y último objetivo de la instituciones educativas sean la de favorecer y ayudar en la movilidad en la jerarquía social. Por ello, todo el mundo debe acceder a la educación sin importar sus orígenes sociales y lograr alcanzar sus metas formativas sin que los recursos económicos propios o de sus progenitores sean un inconveniente. 

Hoy día el porcentaje de los hijos de padres pertenecientes al 50% más pobre que llegan a obtener titulación universitaria se sitúa de manera estancada entre un 10 y un 20%, mientras que para el 25% más rico estos porcentajes se mueven entre un 40 y un 80%. Lo que os denota la correlación existente entre ingresos de progenitores o su situación en la escala, con la probabilidad de acceso a la universidad. Siendo este uno de los temas fundamentales a abordar por el Estado Social del siglo XXI.

  • Repensar el Impuesto Progresivo sobre el Ingreso. Como ya se ha mencionado antes, el Impuesto progresivo sobre el ingreso ha sido uno de los grandes logros del siglo XX. Antes de su implantación parecía una utopía que se pudiesen aplicar este tipo de impuestos y a tan altos tipos impositivos. Pero la historia nos indica que no hay que dar nada por perdido, ni nada por hecho.

Piketty nos indica que la implantación de este impuesto fue uno de los factores fundamentales para el avance en la reducción de la desigualdad en 1950-1980. Incluyendo también como factor desencadenante de este hito la implantación del Impuesto de Sucesiones, tan denostado en nuestros tiempos.


La implantación de impuestos progresivos con tasas impositivas apreciables a partir de la II Guerra Mundial en Europa y los EEUU, trajo consigo grandes beneficios para esas sociedades tanto de crecimiento económico, como de reducción de la desigualdad. Como ya hemos mencionado varias veces, a partir de los 80 ese concepto impositivo fue debilitándose hasta hacer que en nuestros días el impuesto sea regresivo, es decir, que los más ricos pagan menos impuestos que la clase media. Ello esta contribuyendo al aumento de la desigualdad en porcentajes alarmantes, con una vuelta a una fuerte concentración de capital en el 1% más rico de la jerarquía.

Por lo que si aprendemos de la historia, es necesario un sistema impositivo progresivo, dado que desempeña un papel importante para el desarrollo económico y la reducción de la desigualdad, como ya pudo constatar de 1945 a 1980. Siendo un factor clave para garantizar la viabilidad del siglo XXI, desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista de la estabilidad y paz social. Por lo que debe ser defendido bajo los criterios de su exitoso pasado, dado que hoy está siendo atacado tanto social como políticamente.

 

Piketty nos llega hablar de un incremento de las tasas para las capas más altas, de tal manera que le llama Impuesto confiscatorio sobre los ingresos excesivos. Pero por raro que nos parezca, estas tasas tan superlativas, este impuesto confiscatorio en si, como nos recuerda Piketty, es un invento, ni más ni menos, de los EEUU, que fueron los primeros en llegar a pasas de más del 70% para la jerarquía superior  en 1922, tanto en ingresos como en sucesiones. Cuando se establecen tipos impositivos del 70-80% y más, no cabe duda, que por parte del Estado no existe sólo un afán recaudatorio, sino que también tiene un fin desincentivable de la existencia de ese tipo de ingresos o patrimonios, que el legislador considera económicamente estériles y excesivos; motivando así que desaparezcan a la larga.


El impuesto progresivo es, sin duda alguna, una fuerte manifestación de justicia social y libertad individual. Piketty nos recuerda las palabras de Irvin Fisher en 1919 en el discurso de su toma de posesión como presidente de la Economic Asociation: “El hecho de que el 2% de la población posea el 50% de la riqueza y que dos tercios de la población  no posea nada o casi nada, es una distribución antidemocrática de la riqueza que amenazaba las bases de la sociedad estadounidense”.


La evolución impositiva que ese magna de pensamiento iba fraguando hizo que en los Estados Unidos de America, cuando Roosvelt llegó al poder en 1933, cuyo país llevaba sufriendo 3 años de crisis devastadora con un altísimo nivel de desempleo, subió las tasas impositivas al tramo superior al 63% en 1933, la cual, llegó a seguir subiendo hasta situarse en el 94% en 1944. Hasta los años 60 se mantuvo en el 90%, y sólo fue principios de los 80 cuando bajó al 70%. Así la media impositiva para ese tramo más alto de la jerarquía social y económica entre los años 1933 y 1980 fue del 81%.  Hay que recordar, y hasta pellizcarse, para incidir de que se trata de EEUU, el paradigma del capitalismo del siglo XX, y que nunca ningún país europeo, por famoso que sea nuestro Estado del Bienestar europeo, ha llegado a tasas tan altas para las clases superiores durante tanto tiempo. Tan solo UK y por poco tiempo en determinados momentos de las décadas del 40 y del 70 llegaron a tipos del 98%.


Para reflejarnos la filosofía de ese pensamiento sobre el sistema impositivo en los 30, Piketty nos recuerda las palabras de  Josiah Wedgwood y Bertrand Russell, los cuales hicieron ésta reflexión en 1929: “Las democracias políticas que no democratizan su sistema económico son intrínsecamente inestables”. No cabe duda que fueron premonitorios y debería ser reflexión aplicable también a los tiempos que corren actualmente


Pero tras la pasión por la igualdad que reinó sobre todo en los países anglosajones (US y UK) desde 1930 hasta la década de los 70, después tomaron la posición opuesta abrazando las teorías neoconservadoras o neoliberales. Bajando los tipos impositivos para las escalas más altas, liberalización de mercados, etc… con las políticas de Reagan y Thatcher. Esta circunstancia también explica la aparición de los superejecutivos y sus supersueldos.


De los 50 a los 80 éstos ejecutivos no les interesaba tanto solicitar sueldos más altos, dado que el 80 o 90% de ese incremento iba a ir destinado al erario público. Pero con esa rebaja fiscal tan escandalosa por parte de los gobiernos neoconservadores de Reagan y Thatcher a las clases más altas de la escala, fue un gran incentivo para el incremento de esos emolumentos, siendo justificados por los ejecutivos, argumentando que iban acompañados a la productividad que ellos le imprimían a la empresa, lo cual es más que discutible, por no decir que es carente de razón. 


En el periodo de 1950-1980 tanto la productividad, como la capacidad y logros de la innovación fueron mucho más altas que en el periodo de 1990-2010. La tasa de crecimiento de la productividad  en el periodo de los 50 a los 70 fue 2 veces mayor al del periodo de los 80 al del 2010.


Por eso Piketty y su equipo abogan por la recuperación de tasas altas del 80 y 90% para la zona más alta de la jerarquía social como en los 50 y 60. Ello provocaría que fuera menos interesante los supersueldos y redundaría también en la productividad. Indicando que no solo es posible su aplicación, sino que es la única manera de contener la deriva de crecimiento salarial en las altas esferas, que generan desigualdad y dinero improductivo. Abogan que el nivel óptimo para éstas sería del 80%, aplicables a los ingresos superiores al 500.000 o 1.000.000 de dólares. Este incremento impositivo sólo afectaría entre el 1 y el 0,5% más rico de la población, y, por ello: no afectaría negativamente al crecimiento de la economía, se podría redistribuir mejor y desincentivaría los comportamientos económicamente inútiles e incluso nocivos.


- Aplicación de la austeridad de una manera eficiente. Utilizada de forma prologada es la peor solución, la más ineficiente y más injusta, pero es la que se ha utilizado en Europa hasta nos hace mucho. Piketty nos pone el ejemplo ejemplo histórico más llamativo de las consecuencias desastrosas de la utilización de la austeridad como elemento reductor de deuda pública emitida es la Inglaterra de 1815; la cual para descender el enorme nivel de deuda pública emitida para hacer frente a las Guerras Napoleónicas, afrontó unas políticas de austeridad tales, que pagaba más intereses de deuda pública que lo que dedicaba a educación; de ahí el retraso educativo que sufrió Inglaterra durante décadas. Los poseedores de deuda estaban satisfechos, pero fue en detrimento del interés general del país.


El mismo caso nos sucede hoy día. La UE dedica varios puntos del PIB al pago de deuda pública y menos de un punto del PIB a sus universidades. Eso hace que cada vez más la UE no se esté encontrando preparada para los retos del siglo XXI.


En conclusión de todo lo anteriormente expuesto, Piketty tras analizar los series históricas de datos sacados de los impuestos sobre la rentas y sucesiones desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, determina que:


-> La principal fuerza desestabilizadora es que el rendimiento del capital privado “r” sea significativamente, duradero en el tiempo y más alto que la tasa de crecimiento de la economía “g”. => r > g.


r > g  => Implica que la recapitalización de los patrimonios procedentes del pasado es más rápida que el crecimiento de los salarios y de la producción. => El pasado devora el porvenir.


Si r > g es a escala mundial y continuado en el tiempo => Provoca unos niveles de desigualdad peligrosos.


Ante ello cabría una serie de soluciones:

  • Aumentar la inversión en formación e I+D, etc… pero no sería suficiente para crecer a tasas del 4 o 5% para que subiese g.
  • Implantación de gravámenes al rendimiento del capital para provocar que se frene que r>g. Pero conocemos el riesgo de agotar el ritmo de crecimiento y reducir la tasa de crecimiento.

Por lo tanto, la única solución posible pasaría por la implantación de un Impuesto Progresivo anual sobre el Capital. Así podríamos:

  • Evitar la interminable espiral de desigualdad.
  • Preservar las fuerzas de la competencia y los incentivos de la misma para que no deje de haber acumulaciones originarias.

Es decir, podríamos contener el crecimiento sin límites de las desigualdades patrimoniales mundiales, que crecen aun ramo insostenible hoy día, y de sería preocupar has los mas firmes defensores del mercado libre y autoregulado.


Además, históricamente se puede observar que las fortunas tan desmesuradamente grandes tienen poco que ver con el espíritu empresarial y no tienen utilidad ninguna para el crecimiento. Como dice el artículo 1º de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789: “No son utilidad común”.


Problemas a los que se enfrentaría la implantación de este impuesto, o ¿que necesita para su implantación?. Pues, fundamentalmente Piketty nos indica que necesitaría de una alto grado de cooperación internacional.


Subraya el autor, que r > g no es debido a imperfecciones del mercado o de la competencia. Si no a todo lo contrario, es consecuencia del mercado libre en si.

Me gustaría acabar este artículo sobre el estudio de la desigualdad de Thomas Piketty, con una frase del mismo:


Me parece, que los investigadores en Ciencias Sociales de todas las disciplinas, los periodistas, los comentaristas de cualquier medio, los militantes sindicales y los políticos de todas las tendencias, pero principalmente los ciudadanos, deberían interesarse seriamente por el dinero, su comportamiento, sus hechos y evoluciones que le rodean. Quienes tienen mucho nunca se olvidan de defender sus intereses. Negarse a usar cifras rara vez favorece a los pobres.”


Y ruego me admitan una última reflexión. Recuerden para el futuro, que la implantación de este impuesto propuesto por el señor Piketty, hoy lo vemos como utópico. Como también en el pasado pensaban que eran inalcanzables logros sociales y laborales, que hoy tenemos y damos por hechos, como la jornada de 8 horas, la inserción  laboral de la mujer, el sistema de pensiones y subsidios de desempleo, las 40 horas semanales, y un largo etcétera. Y a la vez quiero recordar, para que no se consiga de la misma forma, que la mayoría de todos esos derechos se consiguieron  con la oposición total de las clases económicamente más altas, ese 10% superior del que nos habla Piketty, y por la lucha incansable durante muchos años, y en muchos de los casos violenta del otro 90%. Los que hoy llamamos derechos y placidamente disfrutamos. no se consiguieron porque si, nada de eso fue dejado hacer por las clases dominantes con su complacencia, se consiguieron gracias a la protesta y a la lucha de los movimientos sociales de corte progresista.


Piketty nos enseña que los datos y los hechos analizados desde un punto de vista objetivo y científico, alejándonos de cualquier influencia ideológica o preconcevida, nos revelan hechos históricos que nos parecen increíbles, por nuestro desconocimiento y que son totalmente reveladores. Nos ha enseñado y demostrado que, cuando las tasa impositivas y la regulación estatal han sido más altas, más crecimiento global ha habido, más se ha reducido la desigualdad, mas estabilidad económica se ha disfrutado. Y cuando más libre ha sido el mercado y menos intervencionista el estado, acompañado de la práctica eliminación de los impuestos a las grandes fortunas, menos se ha crecido económica y globalmente, mayores niveles de desigualdad se han generado y más número de crisis económicas ha habido. Por lo que nos demuestra que con la existencia de un Estado regulador, un sistema tributario eficiente, justo y progresivo, obtendremos una sociedad menos desigualitaria, una clase social media más amplia y una mayor estabilidad económica y social.


La historia nos indica que las sociedades de la edad moderna cuanto más igualitaria sean, mas estables social y económicamente serán. Y eso, que duda cabe, es beneficioso para todos.