lunes, 6 de julio de 2020

Economía para El Progreso Global

-Economía progresista-

Tras la crisis energética de los 70, los 80 se iniciaron con un cambio en la concepción de las políticas económicas y postulados económicos a aplicar. Las teorías monetaristas y neoconservadoras de Hayek y Friedman, después de años intentándolo, ganaban la partida y eran aplicadas en muchos de los países más desarrollados del planeta. Promovían que el Mercado era eficiente, estable y justo por sí solo, autoregulándose, y el Estado no se debía inmiscuir en la política económica, dado que esa intervención era la que traía la ineficiencia. Ello implicó la liberalización y desregulación de los mercados, bajada masiva y brutal de impuestos y desmantelamiento del estado del bienestar; bajo la promesa de un fuerte crecimiento económico estable y continuo en el tiempo.

Lo que ocurrió realmente fue que ese crecimiento económico fue sólo para el 1% más rico de la población. Y también, por cierto, tres crisis económicas, la del 1991, 2001 y 2008, que afectaron principalmente al otro 99% de la población.

Las estadísticas y la historia empírica han demostrado que los grandes beneficiados de la económica en el último cuarto de siglo han sido los situados en la cima de la pirámide social.

La globalización favoreció y aceleró la desindustrialización de los países desarrollados, dejando atrás a la mayoría de la población, sobre todo los más desfavorecidos. y la liberalización de los mercados condujo al desastre total con la crisis del 2008. Las consecuencias de ésta última crisis fueron: decenas de millones de personas en desempleo y millones de personas perdieron sus hogares. Mientras que los ejecutivos responsables de ella, en su mayoría, salió impune y de los escasos condenados, ninguno cumplió su condena. Pero si recibieron recompensas por ello, siguieron recibiendo sus bonificaciones en base a los fondos de rescate inyectados en sus empresas. 

La soluciones aplicadas para solventar la crisis del 2008 y 2011 fueron también de corte neoconservador. Básicamente de recorte del gasto público y desmantelamiento del estado del bienestar allí donde aún existía. Fueron duros ajustes que fueron soportados básicamente por las clases medias y bajas de la sociedad. Tal fue así que el incremento de la desigualdad experimentado desde lo años 80, bajo las políticas neocon, se disparó exponencialmente en el 2008, menguando en gran manera la clase media y aumentando la baja. Los ricos aumentaron sus ganancias y salieron indemnes de esta última crisis. Como ya he dicho en otros artículos fue un camino erróneo e innecesario para salir de un camino ya equivocado desde los 80.

Ese rescate tan poco equitativo y que tanta desigualdad ha generado, ha tenido consecuencias políticas y son los incrementos de los populismo en ambos extremos de la esfera política.

En resumen, en los últimos 40 años la economía, bajo la aplicación de la políticas neocon, les ha ido bien tan sólo a los grandes capitales, es decir, a los más ricos, mientras que para las clases medias y bajas ha sido un desastre económico, con la aparición de una desigualdad extrema, y un futuro desesperanzador. Es la primera vez en 100 años que los hijos viven y vivirán peor que sus padres; aún teniendo mayor formación y capacitación. 

Nos encontramos con que el poder económico influye en el poder político, buscando seguir beneficiándose. Buscando que siga aumentando o se mantenga la desigualdad y las políticas que los benefician solo a ellos.

Famosa es la frase del inversor Warren Buffet: “Existe una lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase es la que está haciendo la guerra y va ganando.”

Como dice Joseph Stiglitz: “ La verdadera riqueza de las naciones radica en su capacidad para dar a todos sus ciudadanos, de manera sostenible, altos niveles de vida.”

Ello implica: incrementos en la productividad, la inversión, los conocimientos y eficacia de los recursos. Pero nada de ello implica acumulación de la riqueza. Es más la acumulación de riqueza financiera ha supuesto un factor negativo para el crecimiento de los países.

Hagamos un poco de historia y viajemos hacia el inicio de los ideales de nuestra época: La Ilustración. Fue un movimiento, inicialmente, intelectual del siglo XVIII que basaba sus principios en: la ciencia, la humanidad y la igualdad. 

En base a estos principios se desarrollaron ampliamente campos como: la ciencia y tecnología, organización social, organización política y organización económica. Las consecuencias de la conjunción de estos desarrollos en estos ámbitos fue un incremento de la producción mayor al incremento de la población, que provocó un aumento de los ingresos percápita, provocando así un incremento sustancial en los niveles de calidad de vida con respecto a los siglos anteriores. 

Pero en los siglo XIX y principios del XX, los niveles de vida para la mayoría decrecieron, sobre todo a partir de la Revolución Industrial, empeorándose aún mas en los años 30 y tras la Segunda Guerra Mundial. La solución a este problema vino a través del NEW DEAL (Nuevo Contrato) y la aplicación de políticas Keynesianas. Que provocaron el mayor incremento del nivel de vida para la mayoría de toda la historia.

Ello se debió a que el gobierno americano y algunos europeos reaccionaron aplicando políticas progresistas sobre la sanidad, la educación, los servicios, la protección social, las infraestructuras, la regulación de los mercados, etc… Que consiguieron no sólo recuperarse tras la crisis económica del Crack del 29 y la II Guerra Mundial, sino que también lograron un ensanchamiento de la clase media y un incremento en su nivel de vida. 

Al igual que la Ilustración estas políticas y su aplicación tuvo sus detractores, paradójicamente los mismos que tuvieron los principios de la Ilustración: la Iglesia, el Estado Conservador y los conservadores en general.

Si echamos la vista atrás y observamos, nos damos cuenta que han sido siempre los conservadores, en líneas generales, dado que han habido y hay sus excepciones, los que se han opuesto a las políticas progresistas, que a la postre han traído el progreso a la mas amplia mayoría. Y siempre por miedo a perder su estatus o sus privilegios.

Quisiera mencionar, que duda cabe, que la Revolución Industrial como consecuencia de la Ilustración, que rompió con el Antiguo Régimen, no trajo un progreso para la globalidad, para esa mayoría amplia, pero si sentaron las bases para el progreso definitivo que vendría tras la aplicación de la políticas de corte progresista y keynesiano tras la II Guerra Mundial, que si lo lograron.

Pero volvamos a nuestra época, a la época en la que estamos sufriendo las consecuencias de las políticas neoconservadoras de liberalización y anulación del Estado, que empezaron a aplicarse en los 80 y nos ha generado las diferentes crisis económicas y los enormes y crecientes niveles de desigualdad. Y permitan que formule la siguiente pregunta: ¿porqué se toleran altos niveles de desigualdad en una sociedad democrática, como en la que vivimos? Ya no somos una sociedad medieval, ni basada en principios del Antiguo Régimen. Al contrario, somos una sociedad democrática, moderna, culta y, teóricamente, informada.

Además somos conscientes, la evidencia empírica lo demuestra, que las naciones con mayores niveles de desigualdad, son menos eficientes y presentarán un crecimiento ralentizado a largo plazo.

La verdad es que aunque somos conscientes de ello, la pregunta antes formulada es difícil de responder. Es un fenómeno difícil de explicar, por que si todos los ciudadanos apoyamos las políticas que son de nuestro interés y beneficio, las políticas que se aplicarían serían las que favorecen a la mayoría, gozando así de una democracia operativa. La mayoría decide. Pero esta regla, es evidente, no se cumple en varios de sus términos.

Un ejemplo, que debería ser extremo, es el del cambio climático. Todo el mundo, salvo las industrias del Petróleo, el Carbón y el Gas, debería estar de acuerdo en su existencia y en sus políticas para frenarlo, pero la realidad nos es así.

Esto se explica por la llamada “Ideología del Individuo”, la cual formula, que ésta no siempre se acopla a los intereses de éste, sobre todo en las clases medias y bajas. Siendo casi inapreciable en las altas. Sobre el por qué no se acopla, sobre las razones por la cuales el individuo defiende valores y políticas que le son contrarias a los intereses de su clase, estatus, o suyos propios, y denosta las que si lo son, sería para explicar en otro artículo. Pero el hecho es que es término empíricamente demostrable, y no sólo de ésta época en la que vivimos.

Pero volvamos a los mercados. Una de las mayores ineficiencia de los mercados radica en que tienden hacia la existencia de demasiada poca competencia, ello implica que exista demasiado poder en muy pocas manos. Llegando en algunos sectores al oligopolio y cuasi monopolio. Siendo totalmente perjudicial para la pequeña competencia y para el consumidor en general. Y es que, debemos reconocer y considerar, que los mercados no son un fin en si mismos, si no un medio para alcanzar un fin, que no es otro, que el de una sociedad más próspera. Y con esa ineficiencia, la prosperidad sólo la alcanzan unos pocos, además a costa del abuso de mercado sobre otros.

Esta demostrado empíricamente e históricamente, que los mercados sin regulación, producen prosperidad solo para el 1% de la población, los más ricos. Y que solo lo han hecho y lo hacen para el resto, cuando actúa el Gobierno; tanto para hacer lo que ellos no hacen o no pueden hacer, como para asegurarse de que éstos actúan como se supone que deben hacerlo. Es decir, regulándolos y actuando allí donde ellos son ineficientes.

Para que los mercados sean eficientes, se deben de cumplir tres requisitos: fuerte competencia, información perfecta y que las acciones no puedan producir perjuicio a terceros. Y es evidente que no se cumplen ni uno de los términos. 

Por lo que, indudablemente, el sector privado (Mercados) y el público (Gobierno), tienen que coexistir, ser complementarios.

Otra de las facetas de actuación del Estado en la economía que redunda en una mejora de la misma de manera amplía, mejorando, así, la igualdad, es en el incremento del gasto público, financiado mediante el incremento de las tasas impositivas a los estratos más altos de la sociedad, bajando la misma progresivamente, conforme vayamos bajando en la escala social. Es decir un fuerte sistema impositivo, eficiente y progresivo, que financie al Estado en la aplicación del gasto público en materias como: las Infraestructuras, Educación, Tecnología e I+D y Seguridad Social. Dado que en estas materias son en las que sobre todo el mercado no actúa eficientemente, en caso de que lo haga, o simplemente no actúa.

Un ejemplo, de alta presión fiscal para financiar un alto gasto público, es Suecia y otros países escandinavos. Paises con un fuerte Estado del Bienestar y unos índices de desigualdad envidiables. De allí no se van los ricos a ningún lado porque paguen más impuestos, como indica los neocon. Y no creo que sea por el clima y el sol. Por cierto tienen un verano de los mejores planeta. 

Y es que, el inversionista ve que sus inversiones son más rentables cuando hay: trabajadores altamente cualificados y buenas infraestructuras. Y eso sólo lo puede realizar el Estado, con un fuerte gasto público, financiado con un buen sistema fiscal progresivo y eficiente.

Como pueden observar, todo lo que venimos diciendo es contrario a los postulados Neocon, no sólo de los 80, sino que también actuales. Ellos postulaban y postulan, como venimos diciendo, que las desregulación de los mercados y de la economía en general, y una bajada de impuestos a las clases más altas y grandes capitales, provocaría un fuerte y estable crecimiento económico. Después vimos que eso sólo ocurrió para ese 1% más rico de la población. El resto sufrieron las crisis del 1991, 2001 y 2008; la desindustrialización, el paro y el incremento de la desigualdad de manera alarmante. Parece que la evidencia empírica e histórica, no les afecta, no va con ellos; nunca dejan que la realidad estropee sus ideas.

Por lo que insisto, ha quedado demostrado tanto empírica como históricamente, que para que haya crecimiento global, crecimiento que afecte a todos, que reduzca la desigualdad y ensanche la clase media, es necesaria una acción colectiva. Y esa ación colectiva debe ser de Mercado y Estado, donde este último debe regular los mercados y hacer lo que éstos no puede hacer.

Hay que superar de una vez el dogmatismo neoconservador de que los mercados se autoregulan, son eficientes, justos y estables por si mismos; y que el Gobierno o Estado es ineficiente de manera inevitable. Y hay que superarlo porque, repito, histórica y empíricamente se ha demostrado que no son postulados ciertos.

Debemos volver a lo expuesto antes de manera suscinta, que no es otra cosa, que volver a los dogmatismos Keynesianos, actualizados para los tiempos que corren, que vuelvan a dar a TODOS una vida decente, una vida de clase media.

Llegados éste punto, quisiera volver a recordar un texto de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, al respecto: “Durante muchos años he venido advirtiendo que la gran brecha existente, entre ricos y pobres, no es sostenible y que una distribución más justa de los ingresos juega, a largo plazo, a favor incluso de los intereses de los más ricos”.

Hay medidas importantes a desarrollar y que no se están haciendo, como la regulación de los oligopolios, regulando las fusiones, sobre todo en el mercado tecnológico. Dado que favorecen muy poco la existencia de una fuerte competencia, factor necesario para un funcionamiento óptimo del mercado. Teniendo en cuenta no sólo como afectará a la competencia la fusión hoy en día, sino también los efectos que tendrá sobre ésta en el futuro. Así, las llamadas “fusiones preventivas” deben de quedar prohibidas, así como todas aquellas que puedan suponer una posibilidad real de reducción de la competencia en un futuro.

Un ejemplo de ello: Facebook compró Instagram en 2012 por 1000 millones de dólares y Whatsapp por 22.000 millones en 2015. Facebook tenía recursos y conocimientos mas que suficientes para poder haber desarrollado esas tecnologías, haber creado unas app que compitieran contra éstas, lo cual hubiera beneficiado al consumidor y al mercado. Pero prefirió anticiparse a la competencia , es decir, no ser competitivo, comprando a la futura competencia. Por lo que al haber menos competencia futura, el mercado estará más concentrado y será mas ineficiente. Ahí debió entrar el gobierno americano prohibiendo esas compras, bajo una legislación que lo amparase.

El tema de las compañías tecnológicas y los avances tecnológicos merecen una mención especial. Los avances técnicos generan un incremento del desempleo, que provoca una caída del consumo y la demanda, que conlleva un estancamiento económico en el medio/largo plazo. Por lo que podemos concluir que los avances técnicos afectarían negativamente a la economía. Pero todo esto ocurre siempre y cuando no intervenga el Estado. 

¿Cómo gestionamos bien los avances tecnológicos en coordinación con el Estado? La clave está en mantener el Pleno Empleo. A través de una eficiente política fiscal de incremento de impuestos, financiados a través del incremento del gasto público. El incremento de la inversión publica siempre reactiva la economía. Sobre todo cuando la Política Monetaria de bajada de los tipos de interés e incremento del crédito, fracasa. Así con ellas o la conjunción de ambas, lograremos un incremento de la Demanda Agregada, lo suficientemente fuerte para sostener el empleo y recuperarlo hasta conseguir el pleno empleo.

Los avances tecnológicos también provocan la polarización del trabajo y los salarios; trabajos muy cualificados y alta remuneración por un lado y trabajos poco cualificados y con bajos salarios por el otro. Además de la bajada de salarios que provoca la sustitución de trabajadores por máquinas. Y en ello también debería actuar el Estado protegiendo a los trabajadores y sus salarios. 

Lo último en avances técnológicos son la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data (BD). A través de ellos las empresas tienen conocimiento actualizado de los gustos, preferencias, valoraciones, etc de todos los individuos sobre sus productos. Ello supone un poder enorme, dado que, las faculta para poder discriminar por precios. Mayor precio para clientes que valoran más el producto o cuentan con menos opiniones. Y menor precio para aquellos poco interesados en el mismo o muy informados sobre éste. IA más BD, facilita que personas distintas paguen precios distintos. Este sistema hace que el mercado sea totalmente ineficiente, aparte del abuso de mercado sobre los consumidores que ello conlleva. Es decir, se benefician las empresas tecnológicas y las grandes empresas que tienen la capacidad económica como para adquirir esta tecnología; y se perjudican el resto de empresas, los consumidores y la económica en su globalidad. Volvemos a ver como el mercado libre solo beneficia a unos pocos, los mas ricos. Por ello, la necesidad de que aquí también intervenga el Estado regulando la aplicación de éstas nuevas tecnologías.

Además el Estado debe actuar como elemento competencia en la Investigación y el Desarrollo. Dado que el conocimiento que se obtiene a través de instituciones públicas favorece a todos en el corto plazo, mientras que el que se obtiene a través de instituciones privadas sólo a unos pocos.

Los gobiernos desde los años 80 no han sabido anticiparse a los retos que le venían: globalización, desindustrialización, etc. Y ello es debido a los postulados e ideas económicas imperantes en estos últimos 40 años, de no intervención por parte del Estado. Que cada uno se salve solo. Y el resultado hoy en día sabemos cual ha sido. Pero con los retos actuales no debe pasar los mismo, no debemos cometer el mismo error. Y esos retos no son otros que: adaptación de la economía al cambio climático, desafío demográfico y nuevas tecnologías (Robotización e Inteligencia Artificial).

Hemos aprendido con la historia reciente que los Mercados no son capaces de lograrlo por si mismos, por lo que el Estado es determinante para afrontar esos retos de la forma más beneficiosa posible para la mayoría de personas posible.

Y ello sería posible mediante:

Políticas Activas en el Mercado Laboral. Por un lado reciclando y formando a los trabajadores para los nuevos empleos ofertados, y por otro, ayudándoles a encontrar un nuevo empleo. En conjunción con el establecimiento de una reducción las horas de trabajo semanales y el establecimiento de una Renta Básica Universal (RBU).

La RBU es solicitada desde muchos sectores, especialmente desde los de la alta tecnología. Además es un excelente complemento a las redes de cobertura social de la Seguridad Social y un contrapeso contra las pérdidas de trabajo que provocan los cambios tecnológicos. Así a groso modo las ventajas de la RBU radicarían en: incremento de la igualdad, respaldo y ayuda a los que pierden el empleo  o fracasan en la obtención de otro, para seguir buscando.

Otra política a aplicar en el sector del Mercado Laboral es la de la reducción de las horas semanales de trabajo. Al igual que en reducciones de horas laborales realizadas anteriormente, lograríamos incremento de la productividad y el rendimiento, incremento de las horas de ocio (beneficiando al sector del ocio en gran manera) y, sobre todo, bajada del desempleo.

Políticas Industriales. Por un lado ayudando a reestructurar la economía, y por otro, ayudando a la creación y expansión de nuevas empresas, sobretodo Pymes, en estos nuevos sectores.

Política Fiscal Progresista. O progresiva, consiste en que las capas mas altas de la sociedad, que son las que mas rentas de todo tipo reciben, sean las que mayores impuestos paguen. Bajando la carga impositiva progresivamente conforme vamos bajando en la escala social. En resumen, que paguen realmente más los que más ganan. Ello es beneficioso para la sociedad en dos aspectos: ataca y reduce la desigualdad, por un lado; y, por otro lado, favorece a la economía, liberando de carga fiscal a los que mas gastan o consumen, dejándoles más renta disponible. Hacemos pagar más a los que menos gastan, comparativamente con los que más gastan, ya que el número de las capas más ricas es menor, por lo que gastan infinitamente menos que el resto de capas de la sociedad, que tiene muchísima más población.

Esto fue lo contrario a lo que se hizo en el 2008, dado que impedimos consumir a los que más lo hacían en valores absolutos. Con las implicaciones tan desastrosas que tubo para la economía. Se cargó impositivamente de manera brutal manera a las clases medias, a la vez que se les quitaban derechos y coberturas. Los costes de la políticas de actuación frente a la crisis fueron soportados en su amplia mayoría por las clases medias y las más desfavorecidas. Las cuales son mayores en número de población y por lo tanto las que más consumen cuantitativamente. Evidentemente, ese factor, unido al del desempleo que también afectó en su mayoría a estas clases, provocaron una agudeza en la situación de crisis económica que se vivía y que ésta se alargara en el tiempo. Dado que impedimos consumir a los que más consumen.

En definitiva, una política fiscal no progresiva hace que aumente la desigualdad y caiga el consumo, y, consecuencia de ello, se incrementa el desempleo y se termina desembocando en una crisis económica o agudizando la ya existente. Pero una política fiscal eficientemente diseñada, como el la progresiva, puede utilizarse para estimular a la economía.

Este sistema fiscal progresivo, serviría para financiar una política de incremento del gasto público, que estimule la economía. Además, de esta manera, conseguimos seguir manteniendo el equilibrio presupuestario. Incremento de impuestos a las clases más altas financian el incremento del gasto público.

Ese gasto publico debe tener una partida muy importante en Infraestructuras. La inversión pública en infraestructuras es crucial por varios aspectos. Produce un incremento de la inversión privada, beneficiándose las empresas de mayores accesos a los mercados, por lo que el incremento en gasto público provoca incremento en gasto privado. Por otro lado incrementamos el transporte público, con el beneficio medioambiental y para los desplazamientos de los trabajadores, accediendo, también, muchos trabajadores a puestos de trabajos que antes no podían acceder por lejanía de su lugar de residencia. 

Otro área que se fomentaría con el incremento del gasto público es la Investigación. Debemos recordar, que la mayoría de los avances tecnológicos del siglo XX, provienen de la inversión pública (internet, radar, gps, etc…). 

Es indudable que todas estas medidas unidas a otras más, que iremos desgranando, producen un incremento de la demanda agregada, y, por ello, crecimiento económico. Y son medidas de apoyo a la Oferta, son medidas que ayudan a estimular la Oferta, es decir, la producción.

Si por el contrario, restringimos la inversión tanto pública como privada, en alas de las teorías austéricas o de las del equilibrio presupuestario, que son fácilmente refutables, dado que el equilibrio presupuestario con incremento del gasto público se puede conseguir, como ya hemos expuesto, simplemente incrementando la carga impositiva a las capas más altas de la economía. Pues bien, si provocamos una falta de inversión pública y privada, será una rémora difícilmente superable para las generaciones futuras. Si no invertimos lo suficiente en educación, los jóvenes serán incapaces de conseguir su potencial. Si el Estado no invierte en tecnología, en actuar contra el cambio climático, etc… La sociedad futura que heredarán nuestros hijos no podrá sostener los niveles de vida que se vienen disfrutando. Y esto es realmente lo que está pasando actualmente. Por lo que, sino revertimos esta tendencia, de contención del gasto, el futuro será muy difícil.

Por lo que, los economistas progresistas, entendemos que existen una serie de pilares básicos en los que debe actuar y desarrollar el Estado de forma prominente y destacada:

  • Enseñanza Pública.
  • Salud Pública. 
  • Investigación y Desarrollo.
  • Desarrollo de Infraestructuras.
  • Agil y eficiente Sistema Judicial.
  • Fuerte Sistema de Seguridad y Protección Social.
  • Lucha contra el cambio climático. 

Y para financiar todo esto, como vengo exponiendo, un Sistema Tributario/Fiscal justo, eficiente y progresivo. En el que los que más tienen sean realmente los que más tributen. No como hoy en día, en el que los que están en la base de la pirámide social pagan más que los que están arriba, en relación a lo que ganan.

Como dice Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2005: "Mi zombie favorito es la creencia de que bajar los impuestos a los ricos hace que la economía crezca y se genere riqueza que acaba extendiéndose a toda la población", "bajar los impuestos a los ricos no genera riqueza, solo sirve para hacer más ricos a los ricos".

Así lograríamos tener una economía al servicio de la gente, y no lo que existe hoy en día, que es todo lo contrario.

Con estas medidas conseguiríamos una economía más dinámica, creciente e igualitaria. Y quien dice una economía, dice una sociedad. El fin debe ser conseguir una vida clase media para todos los que estén dispuestos a conseguirlo, una vida decente para todos. Solemos escuchar, como aquel que dice, desde siempre, que todo aquel que trabaja duro y se esfuerza puede conseguirlo. Pero la verdad es que eso no es verdad, no para la inmensa mayoría, no hoy en día. Y simplemente, porque no se cumplen los preceptos antes mencionados. Por que se necesita al Estado, el individualismo raramente, salvo contadas excepciones, consigue éxito. Y es que no existen igualdad de oportunidades.

Tener una buena formación y trabajar duro, antes implicaba éxito laboral, ascenso social y un trabajo bien remunerado. Ya no se cumple esta regla. Hoy lo que asegura el éxito laboral y el ascenso social, son la posición social y los buenos contactos. Por ello cuando alguien tiene éxito laboral y asciende desde la base procediendo de las capas más humildes, a base de buena formación y trabajo duro, lo mitificamos como a un dios. Pero es la excepción que confirma la regla. Esa mitificación nos impide ver que el sistema no funciona, que no ascienden y tienen éxito los más trabajadores y mejor formados, sino los mejor situados en la escala social y con mejores contactos.

Así como dice el Joseph Stiglitz, “Hay élites que se perpetúan a si mismas en la cúpula, así como círculos viciosos de pobreza y desigualdad que caracterizan la base de la cúspide.”

No debemos de seguir consintiendo la involución, el individualismo y que una minoría poderosa y elitista, gobierne a la mayoría; por el bien de la economía, de la sociedad y del futuro.

En el presente nos encontramos en éste punto, repito, porque en el pasado no aplicamos la teoría económica adecuada. Para enfrentarnos a los retos totalmente inevitables de la Globalización, Financiarización y Nuevas Tecnologías, se utilizaron Políticas Económicas Neconservadoras o Neoliberales. Éstas se basaban y se basan, erróneamente, en que el Libre Mercado, más bajadas de impuestos generalizada, sobre todo a las capas superiores de la sociedad , más desregulación de la economía y los mercados, provocarían un gran crecimiento económico estable en el tiempo. Se pensó que las Finanzas, la Globalización y los Avances Tecnológicos, por si solos y sin regulación alguna generarían bienestar.  Nada de esto se cumplió, lo que lograron es incremento de la pobreza, del desempleo, de la desigualdad y varias crisis económicas. 
Lo peor de todo es que si esos tres retos hubiesen sido bien dirigidos, hubieran resultado provechosos para la sociedad en su conjunto. Se optó por la Economía equivocada, se aplicó la teoría económica equivocada. Se menospreció el poder de los mercados. 

Debemos elaborar un nuevo Contrato Social para el siglo XXI, que entre otras cosas manifieste que:

  • La ciencia económica debe ser un medio para alcanzar un fin.
  • La economía debe estar al servicio de la política y no al revés.
  • El éxito de la economía se debe medir por el bienestar de los ciudadanos, no sólo por el PIB.
  • Lucha contra el cambio climático y políticas de conservación del medio ambiente.
  • Restauración del poder político y económico de la gente común.
  • Los frutos del progreso deben ser compartidos con un mínimo de equidad y seguridad.
  • Todo el mundo debe tener la posibilidad de una vida de clase media. Sin discriminación, intolerancia, ni exclusión.
  • Todo individuo debe tener la posibilidad de alcanzar su máximo potencial.
  • Las Nuevas Tecnologías y la Globalización deben de ser reguladas y moldeadas para que beneficien a todos y no dejen atrás a nadie.
  • El Estado/Gobierno debe de tener un papel fundamental asegurando, por un lado, que los mercados funcionen y, por otro, promover el bienestar general de tal forma que los mercados y los individuos logren hacerlo por si mismos. Entendiendo, de una vez por todas, que el Estado nos es el problema, sino la solución.

Los mercados y el sector privado son los responsables  del exceso de contaminación, de la inestabilidad financiera, la inequidad económica, la desigualdad social, etc…

Sólo el gobierno puede proteger el medioambiente, garantizar la justicia social y económica, promover una sociedad dinámica del aprendizaje e inversiones en I+D, como base de un progreso continuo.

Los mercados por si solos no resuelven los problemas, por lo menos, para la mayoría.