La consecuencia más importante de la
crisis actual es el fuerte incremento de la desigualdad. Siendo en España
histórico, el mayor desde que están registrados los ingresos de los hogares.
Tenemos el mayor aumento de todos los países de la UE, lo que nos coloca como
el segundo en desigualdad en el ranking de países europeos, sólo por detrás de
Letonia.
Ello derivado de la caída del empleo, la
bajada de salarios, disminución de la pensiones, el gran aumento de la precariedad
laboral, las bajadas o eliminación de subsidios, recortes en sanidad y
educación; que ha sido provocado por el coctel explosivo de crisis y Políticas
de Austeridad.
Con todo ello nos hemos cargado la clase
media. Ésta es de vital importancia para el consumo, ya que posee el 70% del
poder de compra. Por lo que para que una economía crezca y sea estable se
necesita de una clase media fuerte. Pero al debilitarla totalmente hemos provocado que el ciclo vicioso de la riqueza
se haya invertido. Estalló la burbuja y el crédito se estancó, los beneficios
de la empresas se redujeron, los sueldos se redujeron, aumentó el desempleo, el
consumo se desplomó, los beneficios empresariales se redujeron o entraron en
pérdidas, cerraron muchas empresas, siguió aumentando el desempleo, siguieron
bajándolos sueldos, siguió bajando el consumo, y las recaudaciones de impuestos
se redujeron, aumentaron los recortes presupuestarios de la administración y la
reducción de derechos y protecciones sociales, y en definitiva se incrementó la
desigualdad.
Parémonos a pensar en éste modelo y
veremos que la solución es fácil. Si logramos invertir de nuevo el circulo
vicioso de la riqueza lograremos una solución radical y definitiva a la crisis.
Y ello se logra aplicando políticas económicas que favorezcan que exista más
clase media y así se favorecerá al consumo. Esas políticas son ni mas ni menos
las que venimos recomendando desde que se inició la crisis hace ya mas de 7
años y que aún estamos esperando. Si se
hubiesen implantado políticas de estimulo de la demanda, de corte keynesiano,
como incremento de la inversión publica, aumento de las ayudas sociales,
blindaje de la deuda ante los especuladores… hubiésemos estimulado la demanda
de la clase media que hubiera provocado un aumento del consumo, que lograría un
incremento de los beneficios empresariales y salarios, que su vez incrementaría
las recaudaciones de impuestos que nos hubiera servido para pagar la deuda, y
fin de la crisis.
Pero hemos seguido con políticas de
austeridad que han destrozado a la clase media disminuyéndola en grado sumo y
suprimiendo su poder de compra. Que sin duda ha ayudado a agravar aún más la
crisis.
Los salarios están estancados desde los
años 80 con respecto a los precios que siguen subiendo. El consumo medio se ha
mantenido en el tiempo gracias al crédito. La clase media en esta última década
ha podido mantener su nivel de vida gracias a los créditos y sus bajos tipos de
interés y no gracias al aumento de sus salarios. En 1977 las rentas del trabajo
eran un 67,3% del PIB, en 2012 eran tan sólo de un 53,4%, ésto evidencia un
aumento imparable de las rentas del capital respecto a las del trabajo. Los
beneficios empresariales no paran de crecer, hasta en épocas de crisis,
mientras que los salarios de los trabajadores no paran de bajar. Desde el 2008
los beneficios empresariales han aumentado un 2,7% y los salarios de los
trabajadores han bajado un 6,2%.
Estamos asistiendo a un cambio histórico
en el modelo social con la desaparición de la clase media y la polarización de
las clases en alta (minoritaria) y en baja (mayoritaria). Característica ésta
de los países subdesarrollados, que conlleva un grave peligro de conflictividad
social.
A partir de los años 80 hemos asistido a una
serie políticas neoliberales que han liberalizado la circulación de capitales,
facultado la integración de mercados financieros, aumentado la facilidad de las
operaciones internacionales de mercancías y capitales, permitido la existencia
y aumento de los paraísos fiscales, y establecido recortes en impuestos y
prestaciones sociales.
Todo ello ha provocado un incremento del
empobrecimiento social y aumento de la desigualdad, que ha derivado en un
cambio profundo de las estructuras de las sociedades y del modelo social.
Caracterizado por una polarización de
las estructura social entre los más tienen y los que menos tienen.
El índice GINI, que mide la desigualdad,
nos indica que ésta ha aumentado en casi un 10%. Se ha producido un empobrecimiento
brutal de las familias más pobres y una mejora sustancial entre las más ricas.
Es más ese incremento del índice Gini en España ha sido el mayor de los 27
países de la UE con total ventaja sobre el segundo clasificado.
Así queda revelado que estamos asistiendo
a un cambio del modelo social y la estructura social, que rompe por completo
con la cohesión social y estado del bienestar. Atacando de lleno al crecimiento
económico, hundiéndolo sin perspectiva de mejora.
Por lo que se hace necesario, más
temprano que tarde, políticas económicas expansivas, políticas fiscales
redistributivas y eficientes y políticas de cohesión social. Y que abandonemos
de una vez por todas la senda de la austeridad que tan sólo nos lleva al abismo
de la miseria y el conflicto social. Y además y sobre todo, por justicia
universal, dado que los que no provocaron la crisis son las únicas víctimas de
las políticas de austeridad que se han implantado, empobreciéndolos aun más, y
que enriquece a los que la provocaron.
Los trabajadores por cuenta ajena son el
80% de la fuerza laboral de los países europeos. En el reparto de la tarta del
Valor Añadido, es decir, de las ganancias o riqueza generada, en las épocas
mejores del estado del bienestar, años 50-60 y hasta 70, consiguieron entre un
50% y un 60% según el país. Pero a partir de las políticas neoliberales
implantadas en los años 80, los trabajadores empezaron a perder peso en ese
reparto del Valor Añadido en beneficio de los propietarios del capital. Al
reducirse los ingresos de los asalariados, los ingresos públicos también se
vieron menguados. Así los países empezaron a necesitar de un mayor
endeudamiento. No pasemos por alto que con ello también salían beneficiados los
propietarios del capital y sobre todo el gran capital, dado que ellos, en
definitiva, son los prestamistas de los gobiernos. Si ha ello añadimos la
reciente crisis de deuda del 2009 que prosiguió a la crisis financiera del
2007, vemos que de aquellos barros vienen estos lodos. Ejemplo de ello es que a
todos no les va igual, como podemos ver en el siguiente dato: desde el año 2007
los desempleados han aumentado en 8 millones y los pobres en 2 millones en la
UE, así como el número de millonarios ha aumentado en 300.000 personas.
Hay 25.000 millonarios en la UE que
tienen más de 30 millones de euros de riqueza financiera, tanto como el PIB
español en 8 años. Si se introdujera un impuesto que gravara la riqueza en tan
solo un 5%, la UE lograría unos ingresos de 388.000 millones de €uros, más que
la dotación de Fondos Estructurales presupuestados para el periodo 2014-2020
por la UE que es de 310.000 millones de euros.
Quiero señalar, aunque ya lo he
mencionado indirectamente, que otro factor importante del aumento de la
desigualdad es la menor capacidad redistributiva del Estado. Debido
fundamentalmente a una bajada de los tipos impositivos en las escalas más
altas, bajada en las prestaciones sociales, las cuales ya las teníamos muy por
debajo de la media europea.
Como ya mencioné al principio, España
está viviendo actualmente los mayores aumentos de desigualdad desde que se
tienen registrados los ingresos de los hogares, siendo los primeros de la UE. Y
ello se manifiesta por: el desplome de las rentas más bajas, produciendo un
incremento atroz de la pobreza severa; incremento del número de hogares sin
ningún tipo de ingresos, el cual se ha duplicado pasando de un 17% en 2007 a un
3´5% en 2012.; el desempleo ha afectado en mayor medida a las rentas más bajas,
con escasos niveles formativos; las medidas de austeridad han afectado a las
rentas medias y bajas y en ningún caso a las más altas. Para rescatar a los
culpables de la crisis hemos empobrecido a las victimas. Se ha rescatado al
sistema financiero asignando la carga del rescate a los más débiles de la pirámide:
trabajadores, pequeños autónomos, pensionistas, parados…
Se ha institucionalizado el lema
“socialización de las pérdidas y privatización de las ganancias”. La deuda está
originada en el rescate al sector financiero y no en el gasto social. No
olvidemos que el Estado antes de la crisis del 2007 tenía superávit.
No me gustaría pasar por alto otra
circunstancia de la que tanto se viene hablando en nuestro país, pero en la que
nada se hace por parte de nuestros gobiernos. Y es el cambio del modelo
productivo. El Modelo Productivo en España en éstas últimas décadas ha sido un
modelo desindustrializador, que ha apostado, creando los estímulos necesarios
para ello, por sectores de ganancias rápidas y de empleo precario. Y ello ha
provocado que la crisis actúe más acentuadamente en nuestro país.
Por último, quisiera incidir en un asunto
que vengo reflejando en mis artículos, que es la oportunidad histórica y aprovechada con creces por el Gran Capital de acabar con el Estado del
Bienestar. El Gran Capital, que fue el que provocó la crisis, va a salir, si
algún día salimos, indemne de la misma, en base a los trabajadores. Y además
socializamos sus pérdidas por la crisis, pagándolas entre todos; nos destruye
el estado del bienestar y los derechos de los trabajadores y los desfavorecidos
con la Reforma Laboral y las políticas de recortes; aumenta el nivel de
desigualdad de la sociedad, reservándose para él una mayor parte del pastel del
Valor Añadido. La jugada les ha salido perfecta. Nos endeudamos para recatarles
y encima nos cortan nuestros derechos y capacidades para poder pagarles y
subsistir.
La desigualdad es un problema inherente
al capitalismo, siempre ha existido y siempre existirá en mayor o menor medida,
pero ¿cuánta desigualdad puede soportar una sociedad para que la estabilidad
social y la democracia no peligren?. Por eso los gobiernos deben trabajar para
minimizar al máximo ese defecto del capitalismo.