domingo, 9 de mayo de 2021

Vacunas Covid Liberalización Patentes

La luz se ve al final del túnel, después de un año y pico de pandemia parece que poco a poco va subiendo el porcentaje de población inmune, sobre todo motivado por que el numero de vacunados va siendo cada vez mayor. En España mientras escribo estas letras, ya se está empezando a vacunar el tramo de población que va de los 50 a los 60 años de edad, siendo nuestro país de los que encabezan el ranking europeo. 

https://datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus-vacuna

Pero si observamos el cuadro adjunto vemos que no todos los países tienen la misma suerte; motivado sobre todo por que no les llegan las vacunas. Se están distribuyendo en los países con mayor poder económico. Pero un problema global, no se puede solucionar  de manera individual. Y la pandemia del Covid es un problema global. Como bien nos recuerda Rafael Vilasanjuan, director de Análisis y Desarrollo Global del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en un artículo para el Instituto Elcano ,“la epidemia puede hacerse endémica en los países sin vacuna, lo que generaría un reservorio del virus, que podría retornar inmediatamente una vez hubiera mutado”, y ello implica que la lucha contra el Covid se convertiría en un bucle indefinido en el tiempo.

Nos encontramos actualmente con que un 16% de la población mundial acapara el 60% de las vacunas COVID. Esa desigualdad es un fuerte impedimento no solo en la erradicación del virus, sino también en la lucha para mermar al mismo. 

Recordemos que para lograr, la llamada inmunidad de rebaño, en un mundo tan globalizado como el nuestro es necesario alcanzar, ni mas ni menos que, un mínimo de un 70% de la población vacunada, pero no sólo a escala nacional, si no mundial. Por ello son necesarios mecanismos para que los países que no están teniendo acceso a las vacunas, que son sobre todo países pobres del tercer mundo, puedan hacerlo de la misma forma que lo hacen los países más desarrollados. En este aspecto juega un papel fundamental la liberalización de patentes y la concesión de licencias obligatorias. Ayudaría, sin duda, a poder tener de forma global una mayor capacidad de producción de vacunas y a precios más asequibles. Siendo esta la solución más eficaz y factible, según diferentes organizaciones sanitarias internacionales, tanto gubernamentales, como no gubernamentales. Según Fernando Lamata, de la Asociación para el Acceso Justo a los Medicamentos (AAJM), ex Consejero de Salud de Castilla La Mancha y ex alto cargo de Ministerio de Sanidad, de aplicarse, se podía pasar de producir 12 millones de dosis al día a 60 millones.

Actualmente, en los países ricos se vacuna de media a una persona cada 10 segundos, mientras que en los pobres apenas el 10% de la población podrá recibirla este año, según Vanesa López de la ONG “Salud por Derecho”. Lo cual nos manifiesta el gran problema al que nos enfrentamos.

El problema, que plantean los que se posicionan en contra de la liberalización como la solución al problema, por un lado, es que no habría capacidad, en ningún aspecto, para que terceros fabricaran la vacuna, aunque se liberalizasen las patentes. Este argumento se cae por su propio peso, cuando por ejemplo, dos países con una fortísima capacidad de producción de vacunas como India y Sudáfrica, se están ofreciendo para ello a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además de que es plausible, en países como, por ejemplo, España, que se habiliten fabricas de otro tipo de medicamentos y de vacunas para animales para que la fabriquen. Y por otro lado, esgrimen que es un obstáculo para la innovación e investigación contra futuras enfermedades; según declaraciones a la CNBC de las farmacéuticas que las han desarrollado actualmente.

Habría que recordarles a estas farmacéuticas, de las que más adelante detallaré sus cifras económicas, dos cosas importantes: por un lado, que las primeras fases de las investigaciones de la gran mayoría de los medicamentos y vacunas son realizadas en instituciones públicas, financiadas con dinero público, y que cuando se ha comprobado que el medicamento es prometedor, éstas montan una empresa que termina siendo comprada por algunas de las grandes empresas farmacéuticas, es decir ellas, estableciendo precios desorbitados al producto final. Y por otro lado, en concreto para que se pudiera desarrollar en tiempo récord de menos de un año, cuando el tiempo medio va de los 5 a los 10 años, esta vacuna contra el COVID se les han inyectado una cantidad desorbitada de dinero público por parte de los gobiernos, en concreto 10.000 millones de euros, según Médicos Sin Fronteras, cubriendo así en muchos casos el presupuesto de inversión del proyecto de inversión.

Según la revista Airfinity, la inversión total está siendo de 13.900 millones de dólares, de ellos 8.600 millones han sido sufragados por los gobiernos, 1.900 millones por organizaciones sin ánimo de lucro (Fundación Bill y Melinda Gates, etc.) y por las propias empresas 3.400 millones de dólares, gran parte obtenidos por financiación externa.

Por lo que es razonable que se compartan los derechos de propiedad intelectual sobre las patentes, sobre todo ante el caso de lucha contra al COVID al que nos enfrentamos.

Observemos las cifras financieras de las farmacéuticas propietarias de las licencias de las vacunas más comercializadas (Fuente investing.com y Airfinity)






A continuación les expongo el cuadro realizado por la BBC sobre la financiación de las vacunas en base a los datos recogidos en la página Airfinity. Publicó un primer cuadro (izquierda), que posteriormente rectifico (derecha). Como el llegar a las fuentes y obtener la información es un trabajo arduo y difícil, el que existan disparidad de datos no hace que obviemos el primer cuadro, por eso lo he querido remarcar aquí. 



Además como podemos observar, aun en el segundo cuadro, la financiación publica y de organizaciones sin ánimo de lucro es muy importante. Los datos pueden variar de una fuente a otra, y a otra, pero la realidad reflejada es que el porcentaje de financiación publica ha sido enorme y muchos de los casos mayoritario.

Por todo lo cual, dado que el problema con el que estamos luchando es tan grave, y la mejor herramienta, que es la vacunación, necesitaría llegar a cuanta más población mundial y más rápido posible, para poder atajar de una vez el virus, y que esta crisis sanitaria y económica no se extienda más en el tiempo, la solución más eficaz para ello sería la liberalización de patentes, como ya hemos reflejado.

Este mecanismo ya se ha aplicado anteriormente con otros medicamentos e instrumental sanitario, como el Puritan Benet 560, que es un ventilador de respiración artificial para tratar entre otros, a los enfermos de COVID, en este caso la propia compañía renunció a la patente. En Brasil, Ecuador, Malasia o Taiwan los gobiernos han concedido licencias obligatorias para fabricar medicamentos que tratan el SIDA, la hepatitis C o la gripe aviar. Por otro lado el inmunólogo Manuel Elkin Patarroyo desarrolló la vacuna contra la malaria y cedió su patente a la OMS.

Según Javier Fernandez-Lasquetty, abogado experto en patentes, la posibilidad de expropiación de patentes y la concesión de licencias obligatorias por motivos de primordial importancia para la salud pública, está recogido en la Ley de Patentes española. Por lo que, según argumentan los expertos no habría problemas legales para realizarse.

Los problemas a los que se enfrenta actualmente son de tipo político, más que sanitario o legal. De existir la voluntad política de realizarse es indudable que así ocurriría. Por ejemplo la Organización mundial del Consumo (OMC) necesita que sea aprobado por mayoría y la Organización Mundial de la Salud (OMS por unanimidad.

Pero, parece ser que las reticencias que existían en este ámbito político se están haciendo más débiles, tras el apoyo del Presidente de los Estados Unidos Joe Biden y del Director de la OMS Tecnos Adharon. Que han hecho sendas declaraciones a favor, al respecto de la liberalización de las patentes. El director de la OMS ha declarado que “es el momento de usar todas las herramientas que tengamos para aumentar la producción, lo que incluye las transferencias de licencias y la exención de los derechos de propiedad intelectual. Es ahora o nunca, dado que es grotesca la desigualdad en el acceso a las vacunas”. 

Aunque parezca que vamos en buen camino, no hay que parar de pedir que se lleve a cabo la liberalización de patentes y que las vacunas lleguen a todo el mundo, luchamos contra un fuerte poder como es el poder económico de las grandes farmacéuticas, y que se logrará sólo con voluntad política. Poder económico frente a voluntad política, ¿quién ganará?. Esperemos que, aunque no corren buenos tiempos para la lírica, gane la humanidad.

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